Tonos felices

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Reto 7: "Mi primer amor fue muy... porque..."

Mi primer amor fue muy extraño, bueno, eso fue lo que escuché de parte de la mujer de pelo negro, porque conseguí que llevasen a mi novia al psicólogo cuando le dijo que estaba enamorada de mí.

Ella tenía doce y yo once  cuando se lo propuse en el parque, tenía su vestido floreado y el cabello del mismo color del de su madre, corto, por arriba de los hombros, nos entendimos al instante después de una competencia de quién llegaba más alto  en la hamaca, ella me ganó y no paró de burlarse pero la dejé solo porque su risa me pareció graciosa, cuando ella ríe su nariz se arruga y hace el sonido que haría un chanchito, se ve adorable  porque algunos mechones se pegan a su cara y a veces sin querer tiene que escupir porque se le meten a la boca.

Tenemos muchas cosas en común, a ambas nos gustan las películas de suspenso, en las que te rompes la cabeza pensado quién es el asesino, también nos gusta andar en bicicleta  juntas, cuando yo solía ser quien la llevaba y darle de comer a los perritos callejeros. A veces nos peleamos pero no importa, porque yo le doy un beso y se le pasa todo el enojo, y ella me regala dibujitos para compensar las babosadas que a veces suelta.

Ella y yo nos conocemos desde el jardín, al principio no nos llevábamos nada bien pues ella siempre intentaba molestarme, solía ser de esas niñas cargosas y caprichosas que quieren todo para sí mismas, la atención de todos, los mejores juguetes, a veces se acercaba solo para molestarme de la nada, luego ella me diría que lo hacía porque no sabía cómo más llamar mi atención, y yo la llamaría tonta por tener una forma tan boba de querer acercarse a las personas.

No conquistas a nadie robándole su muñeca favorita o desarmándole las trenzas.

Yo sin darme cuenta al parecer sí acabé por incrementar su enamoramiento por mí, le di alas, como quien dice, cuando la defendí de unos chicos que se burlaban de ella, fue entonces que comenzamos a juntarnos más  seguido y que me enteré de que sus padres se estaban divorciando, y que a todo esto se debía que quisiera llamar constantemente la atención de otros.
Yo también comencé a quererla, porque detrás de esa niña fastidiosa encontré  a alguien dulce y talentosa, algunos maestros ni siquiera notaban su potencial, pero yo me sorprendía cada que veía alguna de sus pinturitas o sus mini esculturas de plastilina.

A parte aunque a mí no me guste  mucho el contacto físico, con ella se siente más como algo normal y seguro, aprendió a entender que mis "no" significan no  y que si no quiero un abrazo, ella no puede obligarme ni hacer un berrinche, y finalmente cuando lo aceptó, sentí la suficiente confianza para ser más cariñosa con ella, después me convertí yo en quien buscaba darle besitos en las mejillas, acariciarle el cabello y tomarla de la mano.

Aunque en cierta parte sabíamos que lo que hacíamos podían no entenderlo otros, así que solo actuábamos así cuando estábamos solas.

Volviendo al presente y actualmente con quince y catorce, nos descubrieron y para nuestro pesar, su madre rechaza lo que tenemos.
Mi primer amor fue extraño, porque fue la primera vez que entendí que a veces debes renunciar a tener lo que amas.

A tiempo me di cuenta que lo estaba haciendo estaba mal, como había dicho su madre, yo solo estaba robando su felicidad y alimentándome de la luz que ella emanaba.

Terminé con ella, me dijo que me odiaría si la dejaba, pero sé que fue para mejor, era mejor si ella me olvidaba, le dije que mi último deseo era verla feliz, que entendiera que su madre la amaba, que el problema no era ella, sino yo.

Su madre no tenía problema con que su hija esté enamorada de una chica, tenía un problema conmigo y yo le daba la razón.

Si seguía a mi lado, Natalia jamás podría ser completamente feliz, habrían muchas cosas de las que se perdería y nunca nadie la llegaría a entender.

Al final, ella siempre ha sido buena, su enojo y resentimiento fue inicial, más tarde también comprendió, me dio un último abrazo de despedida, y me dijo que quería que yo también encontrase la luz.

Morí cuando tenía diez, mi padre nos mató a mi madre y a mi cuando esta pidió el divorcio, luego se suicidó.
Un alma perdida no puede estar con un humano, así como un pez y un ave no pueden compartir el mismo ecosistema, más temprano que tarde uno de los dos sale lastimado, y siempre preferí ser yo la herida.
Diecisiete y dieciseis, Natalia siempre tuvo problemas desde que sus maravillosos ojos celestes se abrieron y resultaron defectuosos, constantemente sufriendo de acoso por su discapacidad, y aun así no temiendo a crear arte con sus manos sin importar cuántas veces le dijeran que alguien parcialmente ciega era completamente inútil. 

Agunas relaciones fallidas con otras chicas, su madre cansada de lidiar con todo, incluso con ella, el constante abuso físico por parte de sus compañeros y psicológico proveniente de sus profesores. Yo sin poder ayudarla.

Lo intentó, sé que lo intentó, sé que no hubiese cometido una estupidez como hacer lo que hizo por mí, lo hizo por ella, lo hizo porque se cansó de luchar.

Sí, intentó suicidarse, lo hizo, apenas alcancé a evitarlo, recurriendo a levantar a su madre de su sueño, justo a tiempo para que pudiese llevarla al hospital.

Antes no sabía porque no era capaz de descansar pero ahora lo sé, creo que mi "misión" era darle una mejor vida de la que yo tuve a alguien como ella.
Tres días después de su recuperación, Natalia conoció a Carla, una chica de su misma edad que estaba de visita en el hospital por su abuela, se entendieron al instante cuando Carla la vio con el control de alarma en mano para alertar al personal si necesitaba algo, quería un vaso con agua, ella le dijo que podía alcanzárcelo ella, luego Nati le pidió que le explicara qué colores se veían en el cielo esa vez, Carla lo hizo, luego vio la libreta de dibujos en su regazo, y todo lo demás pasó por cuenta propia.

Carla halagó sus dibujos y le dijo bonita a Nati.

Su madre fue crucial, había dejado de llevarla a terapia pero se comprometió a ir junto a su hija, y a ser una mejor madre para ella.
Y yo por fin pude irme con mi mamá, no sin antes darle un último beso en la mejilla a mi chica con los ojos del color del cielo.

Sabía que desde ese momento, las cosas se pintarían de tonos más felices para ella.

Vos que sos relatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora