Capítulo 8

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—¡Tonta máquina!—gruñó una voz gruesa y masculina que salió de detrás de los almacenes. Una voz de hombre.

—¿Hola?—volví a repetir, ahora un poco temeroso.

Luego, un bello chico se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos marrones claros.

Su piel pálida, albina, mostraba sus claras pecas esparcidas por su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, liso y con un color castaño, estaba acomodado hacia un lado de su frente. Me sonrió, con sus labios rosados.

—¡Ciao!—me dijo, amable.

—Amm… ciao.

—¿No hablas italiano verdad?—preguntó.

Asentí con la cabeza sólo una vez.

—Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?—me regaló una sonrisa bastante extensa, llena de amabilidad en donde pude distinguir los frenillos en sus dientes; y a pesar de eso, era bastante fino y delicado.

—Bueno yo…—tartamudeé— quería, quiero—corregí— revelar algunas fotos—dije.

—Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado—hizo un mohín.

—Claro—reí.

Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido pero aun podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.

—Eres asiático, ¿verdad?—dijo.

—Emm… sí—intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo—. ¿También tú?

—No, pero me encanta el continente. ¿De dónde vienes?

—Seúl.

—¿En serio?—saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.

—Sí—balbuceé.

—¡Qué emoción! Siempre he querido ir a Asia, pero aún me falta mucho por vivir aquí así que—se encogió de hombros—. Me llamo Jongdae, nombre Coreano, ya lo sé—parloteó poniendo los ojos en blanco—, pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con Asia—me extendió la mano—; por cierto, dime Chen—fijo.

—Un gusto enorme, Chen. Soy Luhan.

—¡Qué bonito nombre, Luhan! Me encanta—dijo e hizo que me riera, halagado.

—Gracias, Chen.

Aquel lindo chico hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado, Taeyeon era casi igual.

—¿Quién es el chico lindo de las fotografías?—me preguntó, mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado— ¿Un modelo?

—No—reí—. Es el novio de mi mejor amiga.

—¿Y lo tomaste como modelo?

—No exactamente—musité.

—Pues, sale en la mayoría de las fotografías—alzó sus cejas con gesto de acusación—. Y es muy guapo, déjame decirte.

—¿Insinúas algo?—entrecerré mis ojos en él.

Manual de lo prohibido «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora