Capítulo 12

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—¿En quién te fijaste y por qué dices que es prohibido?—inquirió.

—Eemm… en… el… amm…—tartamudeé.

Las miradas de ambos se posaban en mí y la de Sehun ni siquiera parpadeaba.

—¿En quién?—volvió a preguntar Minseok.

Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.

—En… mi… amigo… que dejé en Seúl—inventé.

—¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo—inquirió.

—Enamoramiento no, Minseok—especifiqué de nuevo, Sehun sólo se mantenía en silencio pero atento—. Y es… un amigo, amm… cercano y…—me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira—y… a una amiga también le gusta, entonces…

—Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en el mismo chico que ella—completó Minseok.

—¡Exacto!

—Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?

—Ella—musité, con pesar.

—Pero tú ya te fuiste de Seúl, ya no importa o ¿sí?—dijo Sehun, quien había estado como una estatua hasta ahora.

—Eemm…—murmuré.

—Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú solo las cosas y castigarte a ti mismo—interrumpió Minseok—. Digo, no era su novio y ella no era tu mejor amiga—se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambos me miraron. Si Minseok supiera a quién me refería ni siquiera haya dicho lo último.

—¿Qué es gracioso?—preguntó Sehun.

—Nada, sólo que… nada—manoteé con la mano restándole importancia.

—¡Mira, Luhan!—me dijo Minseok— ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía?—apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

—Qué buen gusto tienes Minseok—concordé—. Creo que le tomaré una.

Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímido porque Minseok aun mantenía su mano atada a la mía.

—Minseok, creo que Luhan necesita sus dos manos—farfulló Sehun.

—Oh, cierto. Discúlpame—enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.

Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.

—Un fiore per qualcuno che vuole?—musitó alguien detrás de mí.

Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Sehun, mientras que Minseok estaba distraído mirando las palomas.

Sehun me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.

—Quanto costa una?—preguntó.

—Un euro—dijo la señora.

—Dammi uno.

Ella le acercó la canasta y Sehun escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.

Manual de lo prohibido «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora