Lo nuestro fue siempre un amor prohibido, un amor que no debería haber llegado a ser este amor tan grande. Un amor platónico que muchas veces no fue correspondido, excusado por cada quien por sus propios motivos.
Yo no la correspondí como usted esperaba y merecía, así como yo tampoco recibo ese amor que merezco de usted. Y es que para cada uno ninguno de los dos merece nada, ni siquiera un "te amo" sincero, sin condiciones y sin miedo.
El amor platónico, sin embargo, es el amor verdadero, el amor más puro que podemos sentir. Es ese amor que no depende de recompensas, condiciones ni situaciones. No se basa en un intercambio de algo material, sino de un intercambio físico y sentimental.
Es una entrega mutua donde nuestro propio ser basta para complementarnos y darnos felicidad. Pero sobre todo, somos nuestro amor platónico porque nunca nos hemos permitido acceder a lo que amamos.
Ese amor siempre ha estado y estará ahí guardado, yo no puedo acceder al suyo ni usted al mío. Es muy tarde para cambiar eso; y es eso lo que lo hará siempre platónico, el que ambos nunca sepamos como pudo ser vivir ese amor verdadero.
Autor "Mi amor platónico"
