Erase una vez una niña que nació con grandes sueños, pero en el camino se le rompieron y los tuvo que reconstruir de nuevo, más de una vez por cierto.
Erase una vez una niña que nació con el pelo rizado y a ella no le gustó, quiso tener el pelo lacio y se lo planchó. Ella quiso cambiar su apariencia para poder ser perfecta y jamas se dio cuenta que era única y por eso era especial.
Erase una vez una niña que se enamoró y que a pesar de los obstáculos luchó. Que pudo sonreír, llorar, demostrar que tenia un gran corazón, lleno de experiencias que compartir.
Erase una vez un cuento que se fue construyendo con el tiempo, en el que una linda niña de ojos vivos era la protagonista y que a pesar de serlo nunca se sintió como tal.
Esa linda niña hoy ya es una mujer, una mujer con cicatrices pero aún con la fuerza suficiente para seguir luchando, para dejarse llevar con el viento si es necesario o para luchar contra la corriente y seguir construyendo ese "erase una vez", que la niña leyó en tantos cuentos.
No importa que no seamos princesas, no importa que no tengamos un castillo, aún así cada mañana al despertar empezamos el día con el "erase una vez", escribiendo nuestra historia, con altos y bajos, pero nuestra historia y eso es más que suficiente.
