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–Entra. –la voz ronca y grave de Bruce le dio la bienvenida. –Qué bueno que viniste, estábamos a punto de mandar a alguien a buscarte. –sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos, aquellos ojos negros miraban al moreno con enojo y con algo de odio.

– ¿Ocurrió algo? –se preocupó Max, mirando a su abuelo más cansado que otros días.

–Te diré una cosa Maximiliano. –murmuró su abuelo, con un tono de voz más grave de lo normal. –¿Creíste que no me enteraría que peleas para Israel Mcfloyd? –susurró, mirándole con recelo. –No sé qué tengas en la cabeza...pero estoy convencido que un buen cerebro no es...

–Abuelo...

–¡Cállate! –le interrumpió Bruce, evidentemente más enojado que antes. –No tienes idea de la calaña que es ese tipo, ni mucho menos de todos los problemas que puede causarle a tu familia...–tomó un respiro pesado, viendo que los hombros de su jefe se relajaban ligeramente. –¿Qué te costaba pensar un poquito las cosas?

–¡Me está obligando a hacerlo! –gritó.

–¿De qué estás hablando? –murmuró con voz cansada su abuelo.

–Embaracé a su hija...–confesó, sintiendo un nudo en la garganta con la sola pronunciación de aquellas palabras. –Quiere que pelee y gane para él y me amenazó con golpearla, matarla...dijo muchas cosas repugnantes...–miró con los ojos llenos de pena a su familiar, sintiendo que Bruce lo miraba con asco. –Daniela está en esto por mi culpa...me siento incapaz de dejarla sola, además me dijo que, si no hacía lo que él quería, dañaría a mamá... ¿cómo quieres que no ceda ante eso? ¡Joder, es mi familia, y ese animal me amenazó con matarla! –murmuró con una mezcla de miedo y enojo atorado en el pecho. –Y eso no es todo...

–¿Qué más hay? –susurró Bruce.

–Quiere dañar a Isaac también y ya no sé qué hacer...

–¿Estás seguro que el hijo que espera esa niña es tuyo? –Max asintió. –¿Qué tan seguro? –inquirió.

–Tiene 7 semas de embarazo, cumple con la fecha en la que estuvimos juntos. –confesó. –Tengo que ir a España, necesito hablar con mi madre y alejar a Isaac de mi vida definitivamente...–susurró, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas. –Después de eso no sé qué voy a hacer...

–Seguirás bajo sus órdenes. –susurró su abuelo. –Tendrás que estar atento a todo lo que hace y dice, porque definitivamente voy a hundirlo en la cárcel si no es que lo mato antes.

–Señor...–le interrumpió Bruce. –¿Llamo al abogado?

–Y al agente también. –miró a Max, regalándole una mirada alentadora. –No es que esté sonsacando tus estupideces, eres el hijo de mi hijo, mi sangre corre por tus venas y mientras quede vida en mí, ningún hijo de puta se puede atrever a amenazar a alguien de mi familia e irse sin consecuencias.

–Abuelo...

–Ve a hablar con tu tía y explícale todo...completamente todo. –Bruce salió del despacho. –Lo mejor será que vivan aquí por un tiempo...Israel es un cerdo resentido con la vida y sé perfectamente de lo que es capaz. –hizo amén de levantarse, pero las piernas le flanquearon. –Con respecto a ese chico... –murmuró una vez que recobró el aliento. –Lo mejor es que te alejes, vas a ser papá y ese niño no ha de merecerse que le jodas así la vida...

Max asintió lentamente y sin decir algo más salió del despacho de su abuelo, a sabiendas que en cualquier momento Bruce regresaría para ayudarle a regresar a su habitación.

Se aventó a la cama sin siquiera preocuparse por tomar una ducha, estaba sudado y sucio, pero el cansancio emocional pesaba aún más que el físico. Cerró los ojos deseando que todo aquello fuera una pesadilla, una vil broma que el destino le había preparado por haber sido tan imbécil y por haber probado tan pronto el cielo en los brazos de su rubio, se maldijo a sí mismo, sintiendo tanta rabia acumulada, tanta que ni diez peleas serían suficientes para poder liberarla toda.

F A L L I N GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora