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Llaves aceleradas en la cerradura.
Portazo.

Mjm... —soltó Jungkook cuando se vió acorralado contra la pared, para luego ser devorado a besos por Jimin.

Besos desesperados cargados de lujuria. Besos de fuego y pimienta.

Jimin jamás pensó que podría disfrutar de los placeres mundanos, pero allí estaba: dejándose llevar.

Y quemaba. Y se derretía.

Cuando los labios de Jungkook llegaron a su cuello, juró que había vuelto a las estrellas. La gravedad simplemente había perdido sentido para él.

Jungkook empezó a deshacerse de su elegante abrigo, para luego quitarse la polera que tenía debajo (la cual era la última capa de tela que cubría su torso). Y el costurero, en vez de impresionarse por la fabulosa figura del pelinegro, se sintió complacido. 

Volviendo a atacar sus labios, dejó que sus manos hiciesen lo que quisieran... que recorrieran la espalda del hombre hasta que se gasten, si era posible. Todo eso mientras Jungkook empezaba a levantarle la remera del pijama. Y cuando esta dejó de estorbar, sus cuerpos se acercaron aún más.

—Jimin... —le interrumpió entre besos, con la respiración acelerada. A continuación, cuando sus labios se separaron, Jungkook hizo una seña con su cabeza en dirección a una puerta— Es mi habitación —dijo al notar la confusión en el rostro del más bajo.

—Oh —se sonrió al comprender la indirecta.

Entonces tomó a Jungkook de los muslos para poder levantarlo, a lo que él enredó las piernas a la cintura de Jimin.

El costurero se sintió descolocado: era DEMASIADO liviano, como un peluche. No tenía sentido aparente, no cuadraba con el físico del hombre. Para nada.

Aunque todos esos pensamientos quedaron en segundo plano cuando su boca se vió nuevamente invadida por el hermoso pelinegro. Así que, sin más y un poco torpe al andar, caminó hasta la habitación de Jungkook. Allí, sin separarse, hizo que se recostara en la cama. Fue luego que se alejó un poco para que ambos pudiesen sacarse los pantalones.

Así fue que, viendo al hombre solo en ropa interior, se dió cuenta de que siempre había centrado su atención en su rostro. Y ahora que lo veía completo sentía que estaba ante una escultura clásica: piel perfecta, cuerpo perfecto.
Perfección en su totalidad. Perfección muy específica. Perfección completamente a su gusto.

Por eso se detuvo a mirarlo con más detenimiento, intentando encontrar alguna imperfección... algún defecto. Claramente falló, sintiendo hasta cierta frustración: tal belleza era inhumana, no podía ser real.

—Te aviso que a mí me puedes mirar pero también tocar —bromeó Jungkook.

El costurero rió ante esas palabras, abandonado por unos segundos su contemplación.

Pero entonces algo hizo clic en su cerebro:
En todo ese cuerpo, no había visto ni un solo hilo enredado a él.

Eso no podía ser, ¡era imposible! Él jamás olvidaba atar sus hilos a ningún humano, JAMÁS. Lo hacía en el momento en que nacían, no tenía cómo equivocarse.

—¿Estás bien? —se preocupó Jungkook al notar el espanto que irradiaba Jimin. Pasó a sentarse erguido y apoyar una mano en el hombro del contrario.

El costurero seguía intentando resolver el acertijo (o más bien ya lo había resuelto, solo que no estaba preparado para aceptarlo).

Levantó entonces la mirada, encontrándose con los brillantes ojos de Jungkook.
Claro... todo era tan evidente...
¿Cómo pudo pasarlo por alto?

—Jungkook... —habló entonces, con la voz quebrada— ¿Dices que no recuerdas nada antes de los 16?

—En absoluto —negó, sin entender del todo por qué Jimin volvía a sacar ese tema en momentos como ese.

—Y nadie pudo reconocerte, ni saber cómo llegaste a parar en el océano, ni nada de tu pasado... —dijo intentando ordenar sus ideas.

—Nada de nada —volvió a negar, para luego sentarse más cómodo—. Aunque siempre tuve un sueño que se repetía, antes mucho más que ahora.

Eso tomó por sorpresa al costurero.

—¿Sueño de qué? —preguntó con genuina curiosidad.

—Es muy extraño... —empezó a contar, comenzando a jugar con la tela de las mantas— aparezco en un lugar muy frío, dónde no hay nada más que estrellas. Cuando de pronto aparece un chico que me toma la mano, me habla e incluso me cuida. Pero después de un tiempo llega una especie de ráfaga de viento muy fuerte que me lleva lejos. Es un sueño muy poco claro, recuerdo que mi psicóloga me dijo que se puede tratar de uno de mis últimos recuerdos antes del accidente. Que tal vez ese chico pudo haber sido un novio que tuve y la última persona que ví y que por eso lo recuerdo... —hizo una pausa, indagando en su memoria— Aunque hasta eso es difuso, ya que la imágen que tengo de él tampoco es clara: no parece del todo un ser humano y nunca le pude reconocer las facciones. Es más bien como una nebulosa de luz o algo por el estilo.

Cuando Jungkook regresó su mirada al rostro de Jimin, se encontró con una imagen inesperada: el semblante del castaño parecía hasta nostálgico y las lágrimas que caían de sus ojos estaban cargadas de lo que parecía ser una escarcha dorada. Asombrado por lo que estaba viendo, tocó una de ellas con la punta de su dedo índice.

—Si yo supiese la verdad, ¿querrías escucharla? —le propuso, posando una mano en uno de los muslos del hombre, mirándolo a los ojos.

—¿Cómo podrías tú...? —JungKook apenas si podía hablar, sentía que en cualquier momento se asfixiaría con su propio corazón.

—Supongo que nunca en tu vida te lastimaste —dijo secando sus propias lágrimas doradas con su antebrazo, para luego estirarse hasta alcanzar el pantalón de su pijama. De uno de los bolsillos, sacó su aguja de coser.

Nun... nunca —tartamudeó, nervioso.

—Ni te enfermaste —asumió, tomando una de las muñecas de Jungkook.

—Nunca —repitió, atento a lo que el costurero hacía.

Entonces el dios enterró la aguja en la delicada piel del pelinegro, quien para su sorpresa no sintió ningún tipo de dolor, para así poder abrir una herida en el ancho de la muñeca.

Jungkook reprimió un grito: en vez de ver sangre o carne, solo vió pelo y fibra.
Y en cuestión de segundos, su piel empezó a revelar su verdadero relieve: tela. Y en los bordes de sus extremidades se hicieron visibles las costuras.

Y, al verse así, todo en su mente empezó a aclararse. Su memoria fue bombardeada de recuerdos, años luz de información, todas las dudas que alguna vez tuvo fueron respondidas, todo en fracciones de segundo.

—No soy humano... —concluyó, completamente incrédulo. Le parecía mentira, pero lo estaba viendo con sus propios ojos.

Y cuando Jimin cosió la herida con su hilo, todo volvió a la normalidad.

Al fin te encuentro.

«•»

He vuelto (por si no lo notaron)

no +18 porque quiero que sea apto para toda la familia, besos <3

El Costurero [JiKook] [mini-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora