Prólogo

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¡BIENVENIDOS A TRANSILVANIA!

Bueno, no estábamos en Transilvania pero si en una región de China llena de bosques frondosos, humedad y pueblos alejados de la mano de Dios.

En la vida habría venido a un lugar como este. Me daba repelús solo pensar que podría perderme por entre los árboles, ser atacado por animales salvajes y morir solo y de una manera horrible.

¿El motivo de por qué estaba en un autobús camino a una excursión que no deseaba? Fácil, mi mejor amiga Zi Yi.

Ella es presumida, de buen corazón y aventurera, muy aventurera, demasiado para mi gusto. Además es un poco pesada, de ahí que me convenciera de hacer esto.

Para celebrar nuestros dieciocho cumpleaños se le ocurrió la idea de viajar. Sí, cumplimos años el mismo día, es más, nacimos en el mismo hospital y a la misma hora. Eramos vecinos de cunas ya que nuestras madres compartieron habitación y desde entonces hemos sido amigos.

No me opuse a su idea de viajar, al revés estaba emocionado. Quería ver otras partes del mundo con ella ya que nunca salí de nuestra ciudad. Lamentable, pero cierto.

En un principio me encantó su propuesta, ahora ya no me encantaba tanto.

- ¿No pudiste elegir una playa en alguna isla exótica? - le pregunté mirando por la ventana. El cielo estaba oscuro y se predecía que llovería en cualquier momento.

- No te quejes, A-Yi. Verás como disfrutarás luego - estaba muy ilusionada. No sé el porqué. Un bosque que da miedo, un tiempo de perros y un vehículo que olía mal. Las vacaciones perfectas.

- No sé tú, pero yo no disfruto que me coma un lobo o un oso - le di una sonrisa más falsa que un caballo tocando el ukelele.

- Y después dices que yo soy la melodramática - abrió su espejito de mano que llevaba en el bolso y se miró en él. - ¡Me ha salido un grano! - se puso histérica.

- Sí verdad, tienes un grano. Es enorme. Mira aquí está - le señalé toda su cara.

- Eres malo - me golpeó en el brazo mientras yo reía. Adoraba meterme con ella.

El resto del camino fue silencioso. Zi Yi se quedó dormida al igual que todos los demás viajeros. Junto con el conductor, era el único despierto.

Me puse los auriculares con música y seguí observando el paisaje. El autobús pasaba por un camino de tierra que subía una pequeña montaña. Gracias a la altura pude ver una panorámica increíble del bosque rodeado de altas cimas. El nublado le daba un toque aterrador.

De entre los árboles, pude distinguir una construcción. No podía ver bien que era. Parecía una casa o una torre. No estaba seguro. Lo que sí sabía es que era antigua, seguramente deshabitada.

¿Quién en su sano juicio viviría en medio de un bosque como ese?

Mi playlist reprodujo mi canción favorita. La tranquilidad me llevaba por un río imaginario de ondas musicales. Podría haberme quedado dormido fácilmente si el maldito murciélago no se hubiese chocado contra el cristal.

Me sobresalté cuando ese animal se empotró y siguió volando como si nada. Odiaba a esos bichos. Literalmente eran ratas con alas.

Seguía intentando recuperarme del susto cuando algo frío me tocó el cuello. Salté en mi asiento volviéndome rápidamente. Lo que me encontré fue a mi amiga riéndose como una foca.

- Deberías haberte visto la cara - aplaudió y se limpió las lágrimas de los ojos intentando controlar su risa.

- No vuelvas a hacerlo. Estoy nervioso.

- Tranquilo. Si algún vampiro intenta chupar tu sangre te salvaré. Wuaaa - levantó sus brazos y se movió de lado a lado con su lengua fuera.

- Ese es Frankenstein. Los vampiros no hacen eso.

- ¿Y tú que sabes? ¿Acaso has visto alguno?

- No he visto a ninguno pero sé que no se mueven como zombies. ¿Y cómo piensas salvarme si me atrapa uno?

- Aprovecho que te tiene a ti y salgo corriendo hacia el otro lado. Cuando encuentre a otras personas iré a por ti.

- Para ese entonces ya estaría muerto.

- Pues intenta que no te pillen. Si no te pones en peligro no tendré que ayudarte - dijo con obviedad mirando hacia arriba.

Me hacía gracia que estuvieramos hablando de vampiros de una forma tan real cuando no existían. Claramente nuestro principal problema no serían esos seres chupasangre. Le temía más a los mosquitos y a los insectos que podían picarnos.

Pocos minutos después, llegamos a nuestra parada. Solo nosotros y una pareja nos bajamos. Otros que buscaban emoción en caminar por un bosque oscuro.

Tuvimos que caminar un rato hasta poder divisar las primeras casas del pueblo. El lugar era espeluznante, al más estilo Resident Evil. Casas de madera y de piedra de una sola planta se levantaban desde el suelo de tierra. Sentí que caminaba por una aldea del siglo XV.

Muchas personas nos miraban de forma extraña y otros se escondían en sus casas a medida que pasábamos. Parecía que nos tenían miedo.

- Zi Yi todavía estamos a tiempo de irnos, ¿cierto?

- No seas miedica. Ellos solo son tímidos.

- Tengo un mal presentimiento.

- No te preocupes y disfruta - levantó sus brazos y justamente comenzó a llover a cántaros tras el sonido de un trueno.

- Con que disfrute, ¿eh?

El pelo se me pegaba en la frente. El agua bajaba por toda mi cara como un pequeño afluente y mi ropa se empapó entera, hasta mis calzoncillos se mojaron.

La tierra se transformó en barro dificultándonos el paso. Todo iba de mal en peor.

- Allí hay una posada - señaló mi amiga. - Corre.

- Corre tú. Yo no puedo casi ni levantar el pie - me estaba hundiendo en el suelo como si este fuera arenas movedizas. Si superaba eso me tendrían que nombrar el mejor Indiana Jones del mundo.

Pasaron millones de años luz hasta que pisé las baldosas de aquella edificación. Nunca pensé que estaría tan feliz de estar bajo cubierto.

- Perdone, tienen dos habitaciones.

- Tenemos una con camas separadas, ¿os sirve?

- Sí, esa misma - estaba harto, solo quería ducharme y dormir. Ojalá quedarme dormido todo lo que dure el viaje.

Ya en el cuarto solté mis cosas que estaban chorreando en una esquina y me quité los zapatos. Estos se habían barnizado en barro y casi no servían. A tomar por culo mi calzado nuevo.

- Voy a ducharme - Zi Yi se me adelantó y se metió en el baño.

- Que bonita consideración tienes con los demás - le grité desde afuera.

- Siempre se ha dicho que las damas primero.

- Deja los esteriotipos a un lado. Somos personas, deberíamos de haberlo echado a suertes.

- Vale - abrió la puerta. - Piedra, papel o tijeras, pin pon fuera - ella sacó papel y yo piedra. - Gané - se volvió a encerrar.

No podía hacer nada. La suerte no estaba de mi parte aunque tampoco es que fuera una novedad.

Intenté mantenerme caliente con lo que pudiera. La calefacción de la habitación no funcionaba, si es que había alguna.

Con lo que tarda Zi Yi en ducharse, sabía que cogería una pulmonía antes de poder sentir el agua caliente sobre mi cuerpo.

Que mierda de día y que mierda de vacaciones.

En ese momento deseaba que de verdad existieran los vampiros y que uno me comiera. Sería mejor que aguantar todo aquello.

Solo tenía que esperar. Esperar a que el día siguiente estuviera soleado y que la excursión saliese bien.

𝐸𝐿 𝐶𝑂𝑁𝐷𝐸 𝑍𝐻𝐴𝑁 (𝒁𝑯𝑨𝑵𝒀𝑰) /FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora