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𝖅𝖍𝖆𝖓 (1389)

- A-Cheng, deja de traerme sangre.

- Tienes que comer.

- Ya estoy comiendo - levanté mi plato.

- El pan y la fruta no nos alimentan, ¿recuerdas? Toma esto - puso el cuenco delante de mí en la mesa.

Desvié la mirada con molestia. No pienso beber eso y no lo haré, además, temía que mi instinto volviera a salir al verla.

- He dicho que no - lo retiré.

- Nuestra condición nos obliga a beberla, así que hazlo - lo volvió a acercar.

- Tú no tienes autoridad sobre mí - me levanté dando un golpe en la mesa y me dirigí a la puerta para ir a mis aposentos.

- No es una orden, te lo estoy pidiendo. Por favor - le escuché decir y, aunque me detuve, continué a los pocos segundos.

Pensé y pensé sobre todo lo que había pasado esos años. Era cierto que si no bebía sangre me debilitaría y podía llegar a morir dentro de muchísimo tiempo, tanto que en estos momentos es hasta impensable, pero no iba a hacerlo. Alguien murió por mi causa y no volvería a cometer un acto tan nefasto.

El señor Hao se mostraba preocupado, dentro de la frialdad que nos caracteriza, y más de una vez me aconsejó que abandonara mi decisión y cambiara de parecer. De nuevo, no lo haría.

Hacia dos días que el hombre que nos criaba se marchó. Nos comentó algo referido a una tal cacería y que debía ir por orden de los primeriors. Un hombre extraño llegó la misma noche que nos lo contó y se marcharon a ese lugar del que no teníamos mucha idea de que era.

Iba a mi dormitorio cuando escuché las grandes puertas principales abrirse. En poco tiempo Cheng estaba a mi lado y juntos fuimos a investigar quien había llegado.

Al estar en la entrada, vimos al señor ingresar a la casa con algunas pertenencias. Nos había dicho que tardaría algunos días pero, por lo visto, ya había vuelto.

- Señor Hao - saludamos.

- Estáis aquí, iba a ir a buscarlos. Os quiero presentar a alguien - dijo colocando una de las valijas en el suelo. - Pasa, hija.

Tras él apareció una chica de largos cabellos negros vestida con ropa elegante y de calidad, debía ser una aristócrata. Su edad tendría que ser cercana a la nuestra y, por el aura que la rodeaba y el olor de su sangre, supe que era de una clase alta de vampiros.

- ¿Quién es? - le preguntó mi hermano al hombre.

- ¿Por qué no le preguntais a ella?

- ¿Quién eres? - hablé al fin.

- Me llamo Hu An Ke - respondió.

- ¿Hu?

"¿De qué me suena ese apellido?"

- Noto que no os acordáis de lo que os dije hace dos días.

¿Dos días? La conversación sobre la cacería. Ya todo encajó en mi mente.

- ¿Eres una primerior? - cuestioné.

- Así es, soy hija de Hu Bing.

- A-Ke se quedará unos días aquí, tomadlo como una visita inesperada.

- De acuerdo - accedimos los dos con seriedad.

- Te acompañaré a la habitación que ocuparás - le dijo a la muchacha.

- Le estoy muy agradecida, señor Hao.

- No es nada.

Ambos se marcharon dejándonos solos y sin saber el porqué la había traído consigo.

𝐸𝐿 𝐶𝑂𝑁𝐷𝐸 𝑍𝐻𝐴𝑁 (𝒁𝑯𝑨𝑵𝒀𝑰) /FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora