18. Belladona

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Eran finales de invierno, el clima era tibio y la brisa algo agradable que movía su cabello con esta, a pesar de que el ruido de las olas y el aroma a la playa cercana lo distraía, no podía sentirse bien.

Mu Qing suspiró profundo frente a la enorme capilla, y entró después de mover su cuello de lado a lado, en cuanto entrara sería su última oportunidad de ser feliz con su pareja, pero también sería la última oportunidad para dejarse y volver con sus familias, olvidarse del otro, y tal vez en diez años rencontrarse.

Y aquello no podían ni pensarlo.

Había algo dentro de él que lo hacía estar perdidamente enamorado del otro, ya ni siquiera sabía como sería su vida sin él, lo extrañaba a todas horas, era como una especie de adicción, Feng Xin se había vuelto lo que lo mantenía tranquilo, feliz, y aunque en algún punto de su vida se juró jamás ser dependiente de alguien, simplemente no podía no serlo con el contrario, lo amaba tanto que dolía, y lo único que pensaba, era que quería pasar el resto de su vida con él.

Tal vez porque venía sumergido en sus pensamientos, o no, ni siquiera notó el ruido de las voces dentro del lugar, así que entró cerrando la puerta tras él.

"Mu Qing" -La voz de su novio lo hizo girar de golpe, su tono de voz era diferente a cualquier otro, y pudo adivinar porque, el mayor estaba en una silla frente al enorme cristo, con Laeticia Pavan apuntándole con su arma y elevando la vista hacia el platinado-.

"Massimo La Porta, que nombre tan curioso, Mu Qing" -La castaña rió ligeramente sin ganas, y subió el arma a la garganta del pelinegro-. "Probablemente te estés preguntando que demonios hago aquí, ¿no es así? Bueno, escuché que tú y el amor de mi vida planeaban escapar" -Feng Xin escupió hacia el piso al escucharla, y la castaña lo golpeó con el arma-.

"Laeticia no tienes que hacer esto"

"¿Tú sabes a quien me refiero con el amor de mi vida?" -La menor elevó la vista, con los ojos algo rojizos por el llanto contendio, y el platinado que sujetaba su arma en su espalda, respiraba con algo de dificultad, sentía su cuerpo entumecido, y unas enormes ganas de llorar por el miedo, aún así, negó-. "No hablo de Francesco"

La pareja de esposos miraron al unísono a la mujer, sorprendidos por aquello, ella solo había mostrado interés en el contrario.

"¿No te gustaba yo?"

"Cómo segunda opción, obviamente, jamás me atreví a acercarme a Massimo"

La sorpresa hizo que el platinado flaqueara unos segundos antes de elevar la mirada con el ceño ligeramente fruncido.

"¿Cómo supiste de lo nuestro?" -La castaña suspiró, con la pistola en la boca del estómago del pelinegro-.

"No fue difícil descubrirlo, ni ustedes ni sus amigos fueron discretos, además que para la muerte de Carlo, lo primero que hizo Massimo al verte en peligro fue protegerte, solo se necesitaba mirar un poco más"

"¿Qué es lo que quieres?" -El platinado preguntó de nuevo, y mientras la castaña parecía pensárselo, Feng Xin se soltó completamente, poniéndose de pie, y quitándole el arma-.

Todo pasó tan rápido que Mu Qing apenas tomaba de nuevo la suya cuando el castaño sostenía a la menor apuntando el arma hacia ella.

"No me interesa que es lo que quieras, nosotros no lo queremos, no voy a matarte porque no quiero traerle más problemas a mi familia, pero Massimo y yo nos iremos de aquí"

Los ojos de la castaña se llenaron de lágrimas mientas caía al piso, Feng Xin la miraba con el ceño fruncido, el mayor estaba algo despeinado y se veía más cansado de lo normal, Mu Qing lo notó cuando este se giró hacia él, y mientras caminaba hacia este, se podía escuchar el llanto frustrado de la mujer presente antes de que empezara a reír como loca.

SAVAGES (𝐅𝐞𝐧𝐠𝐪𝐢𝐧𝐠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora