4. Peonia

858 106 95
                                    

Habían pasado dos semanas desde que se encontraba con el platinado casi todos los días pasadas las tres de la tarde, para cualquier cosa, y aquello lo levantaba todos los días con una enorme sonrisa en el rostro.

No iba a mentir con respecto a que al menos una vez, desde que lo vio, y mientras se masturbaba en la ducha, no había pensado en los rojizos labios del platinado alrededor de su miembro, y aunque la primera vez que lo visualizó así fue gracias a un sueño húmedo, ahora no necesitaba de estos.

Aunque Feng Xin tenía que ser honesto con él mismo, el platinado no tenía efecto solo en su miembro, cada que pensaba en él, se sonrojaba inconscientemente, o una cálida sensación en el pecho lo inundaba.

Además, estaba demás decir que se iba a dormir pensando en él, y despertaba pensando en él. Realmente en su cabeza estaba todo el día, su corazón comenzaba a latir exageradamente rápido, y sus mejillas tomaban un cálido rojizo que coloreaba su bronceada piel.

Eso si, no todo era color de rosa, apenas dos días atrás se pelearon a golpes, y los dos terminaron yéndose por su lado, con un pómulo hinchado en el caso de Feng Xin, y el labio roto en el caso del platinado. De todas formas, al día siguiente se encontraron a la misma hora, hablandose cortantes en un inicio, pero hablando tranquilamente después.

Pero ese día era diferente, ese día se levantó decidido, incluso se arregló un poco más, y aunque después del rápido desayuno donde apenas picó la comida, y recibió curiosas miradas de parte de su madre y su hermano, salió de la casa de los Bernardi, con una sonrisa que se colaba tranquilamente por sus labios.

Por fin sería el día en que se atrevería a robarle un beso, estaba completamente decidido.

Y al estar a unos metros de llegar a él, los nervios comenzaron a invadirlo de nuevo, Feng Xin no era de los que sus manos sudaran, o se pusiera nervioso en alguna situación, pero al ver al platinado, recargado en uno de los árboles de la acera, evitando el calor hostigante del verano, lo hacía sudar, pero al mismo tiempo sentirse completamente diferente a cualquier sensación o emoción que pasara anteriormente.

Mu Qing le miró, entrecerrando los ojos, y después rodando estos, e inconscientemente Feng Xin sonrió.

-Llegas tarde

-¿Haremos algo especial? Porque siempre llego tarde -El platinado rodó los ojos de nuevo, preguntándose internamente el porque no podía dejar de querer verlo si hacía este tipo de comentarios, cosa que respondió el mismo, al ver la tranquila y coqueta sonrisa ladeada que el otro le dedicó.

Mu Qing no lo diría, pero esperaba que esa sonrisa fuera sólo dedicada hacia él.

-Ven -Feng Xin comenzó a caminar, y sin que el platinado pudiera responder, el mayor tomó su mano entrelazando sus dedos, mientras dos los se sonrojaban en el proceso. El tacto del platinado era frío y delicado, sus largos dedos parecían encajar perfectamente en la mano del pelinegro, y aquello solo hizo a Feng Xin estar más seguro de lo que estaba por hacer-.

No caminaron demasiado, al llegar a un callejón, vacío para suerte del pelinegro, se detuvo, y su acompañante giró a verle algo dudoso.

-¿Es momento de que me mates a plena luz del día? -Mu Qing bromeó ligeramente mientras intentaba descifrar que le ocurría a su acompañante, solo que no esperó, que este lo tomara con un solo brazo rodeando por completo su cintura, y lo apegara a la pared-. ¿Qué demonios haces, idiota?

-Voy a besarte -Y sin dejarlo responder, junto los labios con los del platinado en un tímido y superficial beso, que aunque estaba seguro que sería rechazado y golpeado en el proceso, se sorprendió cuando el menor entreabrió ligeramente los labios para que él pudiera profundizar el beso-.

SAVAGES (𝐅𝐞𝐧𝐠𝐪𝐢𝐧𝐠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora