Tus Manos

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El sol estaba en su punto máximo, opacado por algunas nubes intermitentes que no menguaban el calor. Los ojos oscuros del hombre miraron hacia el cielo, elevando su mano que bloqueaba la luz directa a sus orbes. Su mano ya no era la de antes, estaba algo sucia y llena de callosidades, al enfocarla podía notar lo áspero de sus dedos y lo teñido de sus uñas por el tipo de trabajo que tenía con la tierra.

Era extraño pensar en él como lo que había sido; un rey.

Sonrió con melancolía, pero tras esos dientes blancos y húmedos a pesar del calor, ya no había tristeza. Quizá por la paz que se sentía en el paisaje, o por la suave brisa que acariciaba sus cabellos empolvados, o era simplemente porque al enfocar su mirada azulada en dirección del horizonte, una humilde cabaña rebosaba de vida, que él y su amada esposa habían creado.

—¡Yvaine! — cómo su sus pensamientos hubiesen sido oídos y respondidos, una pequeña niña corría y brincaba directo hacia él.

Sollozaba inentendiblemente, mientras tras ella, una mujer de blanca piel que parecía porcelana y cabello que brillaba incluso más que el sol de medio día.

La imagen era graciosa en su mente, la pequeña corría a demasiada velocidad para la edad que tenía. Él tardó unos segundos en comprender qué ocurría.

La pequeña de cabello negro, había llegado hasta él con una tela demasiado delgada tapando su cuerpecito y donde debía estar ese cabello herencia de él, había una llamativa espuma blancuzca y sobresaliendo aún más llamativamente, dos protuberancias como marfil.

—¡Ali, detenla! — reaccionó al llamado de su esposa con la rapidez del guerrero que fue, deteniendo el gran salto de la criatura que por poco pasa de él, con una agilidad sobrehumana.

—Yva-Yv… Yui… ¿qué ocurre? — dos pequeñas pupilas lo enfocaron desorientadas, casi como si volviesen de algún lugar lejano.

—¿Papi? — preguntó con curiosidad, mirando en todas direcciones.

La hermosa mujer que había salido corriendo tras ella, los alcanzó y entre respiraciones entrecortadas, envolvió a la pequeña Yvaine en una tela blanca.

—Mi amor, sé que eres pequeña, pero es peligroso que huyas así, solamente es para asearte. — dulcemente acarició la cabeza llena de espuma, mientras aún su padre la cargaba —Gracias, Ali.

—¿Qué pasó?

Una mezcla de curiosidad y un ligero rastro de preocupación podían desprenderse de la pregunta del ex monarca. Ella podía notarlo con sólo mirar la expresión de su rostro, la imperceptible mueca con que torcía su labio y el tono bajo y raspado de su voz.

—Creo que son la mezcla de las hierbas para asearla. Creo que la molestó y de pronto afloraron —hablaba con ternura sin dejar de acariciar a su pequeña — huyó… demasiado rápido…

Quiso cargar a su hija de vuelta, pero fue detenida dulcemente por una caricia de las ásperas manos de su esposo — Está bien, yo la cargo de vuelta.

—Ali, solo estoy en espera, no enferma.

—Lo sé mi diosa, pero mientras pueda, evitaré cualquier trabajo que la haga esforzarse.

La ternura invadió los ojos avellana de la diosa, Stacia; ella sabía mejor que todos que aquel hombre que caminaba con su hija entre sus brazos, era el más valiente y entregado a lo que ama. Y mirando su espalda ancha caminar delante, sólo podía admirar el sudor que recorría la tela humedeciéndola, el polvo pegado en su ropaje y su piel tostada por el sol, y esos pies descalzos embarrado, mientras internamente se grababa que lo consentiría apenas llegara la noche con un baño de agua tibia, masajeando sus pies cansados y lavando su espalda maltratada por el trabajo.

Lo siguió tras él, mirándolo detener su paso, voltear a ella y extender su mano callosa. Sonrió alcanzando de inmediato la invitación, deslizando con dulzura sus yemas sobre la rasposa piel. Notó los ojos oscuros que amaba fijar con un tinte de vergüenza la unión de sus manos, haciendo que ella la tomase entre las suyas, llevándolas hacia sus labios.

—Amo sus manos fuertes, mi señor. Ellas me protegen, ellas me acarician, ellas cargan nuestros hijos, a mí. Cada marca me dice lo mucho que nos ama.

Una apacible sonrisa se curvó en los labios del antes rey, mientras apretaba la delicada mano de su diosa. Sus ojos oscuros se detuvieron en su rostro níveo, para luego mirar a su pequeña hija en sus propios brazos y terminar mirando el abultado vientre de su —siempre— reina.

<No todo es malo. No, realmente no lo es. >

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Nota de autor:
Hola! Siento que ha pasado mucho sin subir nada! Pero aquí algo pequeño. Espero poder estar un poco más presente y actualizar algo de lo pendiente.
Y bueno, creo que el resumen es que serán historias cortas o drabbles (sin limitaciones de palabras xD) de una pareja que amé desde mis inicios en los Fanfics! AlisCia 😍.
Y aquí paso a agradecer a mi geme! Gracias por sacarme del bloqueo mental, te super adoro y sabes cuánto amo el amor de mis reyes ♥️. SakuraZala
Gracias por pasar a quien venga y espero leernos pronto!

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