Capítulo 17- Sarah

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Y así, por segunda vez en un día, mi cara se encontraba estampada contra el musculoso pecho del guapísimo Mason Miller. Parecería que estoy alabando su aspecto pero creanme que es lo último que quería hacer. Aunque, por más que quisiera negarlo, era la verdad. Sus ojos azules se posaron en los míos, que estaban ligeramente cerrados, cortesía de la luz cegadora proveniente de las cámaras.

-¿Siempre te caes cuando estoy yo para rescatarte? -preguntó mientras levantaba la ceja de manera cómica, pero sus palabras no tenían nada de cómicas; al menos no para mí. Solo me recordaron lo que todo mundo pensaba de mí: que necesitaba ayuda para lograr las cosas, alguien que estuviera para "rescatarme". No quise hacer un espectáculo para las cámaras así que solo conteste en voz baja pero dura:

-Si me caigo, me levanto yo sola -mientras me ponía de pie y trataba de no volver a pisar alguna piedra.

-No era eso a lo que me refería... -dijo mientras bloqueaba mi camino.

-Solo sonríe para las cámaras, Mason. Esto solo es actuación -dije tomándole del brazo y poniendo la mejor de mis sonrisas.

Mason Miller debería haber sido el próximo Leonardo DiCaprio de Hollywood porque su sonrisa parecía genuina. Hasta la manera en la que sus ojos me veían, con deseo, recorriendo todo mi cuerpo con descaro y simulando ser mi "pareja" era bastante real. Llegamos a la mitad de la alfombra, donde posamos juntos para algunas fotos y después me pidieron algunas preguntas, a las cuales accedí. Miré a Mason con su rostro tan cerca del mío que nuestras narices podrían haberse rozado si me hubiera parado en las puntas de mis pies.

-Los que tienen el gafete morado son los de las revistas de chismes, los que tienen los gafetes verdes son los de las revistas ejecutivas. Voy a contestar dos de esas y vas a entrar solo mientras hacen los retratos familiares -no espere respuesta y me volví mi mirada a las cámaras.

-Señorita Vilafranca, ¿es cierto que su primer proyecto como directora de marketing ayudará de alguna manera a los niños huérfanos?

-Niños de una casa hogar, sí. Sabrán más de eso en la rueda de prensa pero me complace anunciarles que es un proyecto en el cual he puesto todo mi entusiasmo y, estoy segura, les va a encantar -dije y noté la confusión en la mirada de Mason a mi espalda. Seguro me había subestimado y habría pensado que mi puesto tal vez era ser secretaria de mi madre en lugar de dirigir el Marketing. Eso me hizo sonreír con más suficiencia.

-¡Sarah, Sarah! -gritó una periodista que se veía más joven que el anterior-. ¿Consideras que, al ser tu madre Camille Dominè tu puesto te fue dado por ello? -todos quedaron expectantes. Sabía lo que intentaban hacer. Me habían preparado toda mi vida para esas entrevistas que buscaban que te quebraras.

-Claro que tiene relación -contesté y todos los presentes me vieron sin saber muy bien qué pensar-. Tiene relación porque gracias a ella he estudiado el Mercado desde que tenía doce años. Porque sé todo lo que se debe de hacer y porque, si alguna vez me encuentro perdida, tengo la certeza de que no podría tener mejor mentora que ella -la entrevisadora sonrió con aprobación. Sonreí una última vez y solté el brazo de Mason para volver con mi familia pero antes de que pudiera hacerlo su mano alcanzó mis dedos y me detuvo con suavidad.

-Estuviste increíble.

Lo miré con indiferencia y no respondí. Solo seguí caminando hasta que mi madre me dio la mano y todos nos acomodamos para la foto.

-Estuviste increíble -dijo esta a mi oído y le sonreí sin ganas. Me dio un pequeño beso en la coronilla y posamos mientras hacían unas cuantas tomas. John y Grace ya se habían tomado las fotos y me uní a ellos para entrar al evento cuando habían tomado ya el retrato familiar.

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