Capítulo 45- Sarah & Mason

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Notita súper especiallllll: HOLA HERMOSURASSSSS! Espero que hayan tenido un día increíble; les puedo asegurar que yo sí que lo tuve... El día de hoy, se cumplió un año de que empecé con este proyectito de compartir una historia que no dejaba de aparecerse en mi cabeza, y cómo ha evolucionado... 

Así que, hoy quiero darte las gracias, a tí, personita que has llegado hasta aquí conmigo y que aunque no te conozca, siento que tú sabes más de mi que cualquier otro jajaja. Gracias por acompañarme y darle vida con tu imaginación a mis simples palabras. 

Y dejando de lado un tema emotivo para pasar a otro, bienvenido al capítulo final de "Todo lo que somos". Espero que lo disfrutes y dejes tu estrellita. 

Con muchisisisisimo amor, Sofía.

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Mason

Empezamos a caminar hacia mi Jeep. Mi mano iba entrelazada a la de Sar y me sorprendí tratando de recordar cuántas veces nos habíamos aferrado de la misma manera al otro al tener que enfrentarnos a algo y temiendo no salir victoriosos.

Recordaba perfectamente la gala, el viaje a Seward, cuando me contó lo de Andrew... No podía creer que en tan poco tiempo había pasado tanto. Pero a decir verdad, hasta ese momento, no cambiaría nada.

Tenía los labios firmes en una línea recta porque aquello de sonreír cuando ella no me veía estaba fuera de mi alcance. No le había mentido al sonreirle, la verdad es que no me había costado: era la magia que tenía Sar. Su sonrisa era más contagiosa que una pandemia y no me dejaba de sorprender lo fuerte que era. Joder, era muchisimo más fuerte que yo, eso seguro.

No entendía cómo habíamos logrado eso de bromear cuando el segundero de todo reloj en el mundo no se detenía con nosotros. Estaba seguro que si Tiago no nos hubiera detenido, podríamos haber seguido tonteando durante horas como lo que éramos: dos personas que se querían y amaban burlarse del otro.

De igual manera, aunque no estaba tranquilo, algo dentro de mí se estabilizó al saber que Sarah estaba conmigo. Yo sabía cómo acababan las cosas cuando ambos perdíamos los papeles: ella se iba, yo iba tras ella, me ganaba una patada en los cojones y las lágrimas, por mucho que Sar luchara, terminaban escurriendo de sus ojos... Y ahora no podía tenerla lejos de mi, no mientras aquel imbécil y mi padre tenían ese plan de mierda.

Un apretón en la mano me hizo volverme hacia Sar.

-Tengo que llamar a Lexie -me dijo mientras movía su móvil con la mano que no tenía entre la mía-. No quiero que se preocupe.

Como ya habíamos llegado al vehículo, asentí y Santiago y yo entramos en el Wrangler mientras con la mirada yo seguía cuidadosamente los pasos de mi novia. Era cierto lo que le había dicho: no podía perderla.

-Escucha con atención, Mace -mira a Tiago mientras hablaba serio de nuevo. Eso era algo tan raro en él que era como si Nichola Sparks escribiera algo donde mi novia no llorara-. Vas a quitarte el reloj que tienes en la muñeca y lo vas a arrojar por la ventana. Y cuando llegue Sarah, vas a decirle que haga lo mismo con el dije que Alexander le regaló.

Inspeccioné el reloj con la mirada. Siempre lo había odiado, no porque fuera feo, lo había investigado y ese conjunto de piezas de metal que solo apuraban al mundo valía una fortuna, pero porque mi padre insistió día y noche durante la primera semana que nos mudamos en que no abandonara mi muñeca.

-¿Por qué? -pregunté, temiendo la respuesta. Casi estaba seguro de la razón por la que Tiago me lo pedía, pero necesitaba escucharlo de su boca.

Se pasó una mano por el rostro y despegó su mirada de mi sitio para posarla encima de Sar, quien con el teléfono pegado en la oreja seguro estaba calmando a Lexie en una de sus crisis por el bebé.

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