Capítulo 5

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La ropa dejada caer por el suelo trazaba un atolondrado camino desde el salón hasta mi dormitorio, dejando atrás botellas de alcohol vacías y vasos en los que habíamos ahogado buenas horas de risas y tonteo, nuestros pasos ciegos acabaron en mi cama de matrimonio, en sabanas color negro conjuntadas armónicamente con la funda de las almohadas blancas, perfectamente hecha para ser deshecha de nuevo en este mismo instante, la silueta de las manos de Anthony sobre mi cuerpo hacian un contraste muy dulce con la luna llena de fondo. Pero yo hoy estaba mas para salado que para dulce.

Me encontraba sentada, apoyada en el cabecero de cuero, con mis piernas flexionadas y abiertas, anthony llenaba el vacío generado entre ellas con su cuerpo esbelto, con una mano apoyada en el cabecero, medio apresandome seductoramente, su otra mano acariciaba mi cuello con ansias, besandome furtivamente,  me acariciaba como si fuera un cristal, fragil y puro...

-Que pasa princesa? Crees que me voy a romper?

Vacilé entre beso y beso clavando mis ojos en los suyos con intensidad, reclamando mas fiereza para satisfacer mi sed.

-Que pasa que no eres de las de polvos de vainilla?

Me reí bastante confiada

-Tengo yo cara de polvo vainilla?

Sus ojos cambiaron de expresión al segundo.

-Pues que alivio joder, yo tampoco, pero me adapto por vosotras, soleis ser todas princesitas.

Una segunda carcajada se escapo entre nuestros labios.

-Pues sin cuentos princesa que yo no soy delicada y menos con alcohol en sangre. -Sentencié

-De puta madre-Respondio sin vacilación alguna.

En menos de una fracción de segundo me tomó por la zona de las costillas y me desequilibró casi lanzándome en la cama, dejandome tumbada boca arriba en el lado opuesto a donde estaba antes. Separando mis piernas bruscamente se posicionó encima de mi, con sus brazos a ambos lados de mi cabeza, hundiendo su rostro en mi cuello dio un mordisco certero a mi yugular, jugueteando con su lengua sobre la zona apresada, mi piel cobraba una temperatura mas caliente, el juego en mi cuello se intensificaba, cada vez mas húmedo, sin excederse, y cada vez mas excitante.

Su mano bajó a uno de mis pechos, y como ciertamente me esperaba lo apretó bastamente, combinando el placer con un ligero dolor, era una sensación eléctrica que recorría mis venas a gran velocidad, como si de hormigas asustadas se tratara.

Mi mano se posó sobre la suya, impulsándola levemente hacia abajo, ambos sabíamos lo que quería esta "princesa", abandonando mi cuello bajó a mis pezones, y su lengua no dudó en enredar en ellos mientras su mano continuaba su travesía hasta mi punto muerto.

El cuerpo de Ruth ardía por momentos, ya estaba harto de polvos vainilla, sus pechos eran suaves, como un cuerpo tan delicado podía ser de tal fiereza? su espalda se arqueaba y unos suspiros comenzaban a surgir melodiosos entre sus labios, lo cual por completo me indicaba que lo estaba haciendo bien. Trazando un rastro húmedo baje hasta sus caderas, en estas sobresalían dos pequeños bultitos, sus huesos, me aventuré a mordisquearlos, sabia que jugaba en terreno peligroso. Mi mano, mas libre que atada en cordura se acercó a la dulce humedad de su zona prodigiosa, lo cual pareció sobresaltarla, ya que su cuerpo alcanzaba temperaturas volcánicas, sus ganas eran grandes, pero no tenia intención de dejarla irse tan rápidamente.

Gemidos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora