¡Cartas recibidas senpai!

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-¡Senpaiiii!... ¡Deidara-senpai!- Un ruidoso chico enmascarado gritaba por todo el bosque buscando a su compañero de equipo, buscaba desesperado aquel hombre que últimamente perdía la cabeza, llevaba ya horas buscándolo y ni rastro de el artista explosivo.

-¿¡Dónde está bebé!?...-El azabache tapó el orificio de la máscara.
-¡Aquí está bebé!-Gritó mientras quitaba su mano y veía su alrededor, pero no había nada, más que árboles. Aquello debió de funcionar para el azabache pero no fue así.

Pronto tuvo la grandiosa idea de buscar en la habitación de su senpai, así que salió corriendo en busca de aquel lugar.
Al llegar abrió la puerta gritando el nombre de el artista pero no se encontraba en su habitación.

—¡Secuestraron a Deidara-Senpai! No, no, no, no, no—Negó repetidas veces, pensando que estaba exagerando, pero pronto a su mente llegó una idea. -¡Senpai se hizo chiquito!- Gritó histérico por esa suposición, pronto empezó a buscarlo debajo de la cama y el baño pero no había nada de su compañero.
Entre lágrimas de histeria se apoyó sobre la mesa de trabajo de su compañero, chilloteó por no tener rastro de su compañero.
Al levantar la cabeza notó un cuaderno, mismo cuaderno que le había regalado hace ya un tiempo, hojeó el cuaderno notando que había hojas arrancadas. Con la curiosidad en su cabeza de saber más de aquel chico gruñon abrió el cajón, mismo donde habían algunas hojas de papel dobladas y algo de arcilla, tomó las hojas de papel y empezó a leer una por una, manteniendo una sonrisa debajo de aquella máscara.

Pronto la puerta de aquella habitación se llegó abrir dando vista al artista y al de la máscara.
Deidara quedó pasmado al ver al azabache con una de sus cartas a lo que Tobi solo levantó su mano en forma de saludo.

—Hola, Deidara-Senpai.— Habló con un tono de voz muy juguetón.

Deidara al notar que estaba jugando sintió un dolor en el pecho, leyó las cartas y no le importó, ¿lo tomó a juego?
Con tantas preguntas en su cabeza decidido a sacarlo de su habitación, caminó hacia él.
—¡Lárgate idiota, Uhm!— intentó quitarle la carta pero Tobi lo tomó de la mano soltando una pequeña risa juguetona.

—¿Q-Qué te causa gracia? Uhm.— Preguntó con temor a la respuesta, desvío la mirada y aunque no pudiera verlo a los ojos se notaba su mirada penetrante en todo su cuerpo.

Tobi, ignorando aquella pregunta, recorrió su máscara a un lado, dejando ver sus labios con su sonrisa y parte de su rostro. Deidara al presenciar todo eso abrió ligeramente su boca por el asombro.

—Tobi también ama a Deidara senpai.

Tras aquellas palabras se dió la libertad de acercarse para poder besar a aquel chico rubio, cosa que fue totalmente correspondido con gusto.

Asi en aquella noche, en la habitación de el artista explosivo, ambos conocieron sus sentimientos, antes de tener su misión para el día de mañana.

Cartas para un Uchiha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora