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Había pasado una semana desde que Bokuto había llevado al megane hasta su casa, preocupado por no recibir noticias sobre él, temió lo peor, ya que ésa fecha estaba cerca

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Había pasado una semana desde que Bokuto había llevado al megane hasta su casa, preocupado por no recibir noticias sobre él, temió lo peor, ya que ésa fecha estaba cerca.

Akaashi, por otra parte, se encontraba encogido dentro de su armario, con severos hematomas en los brazos y piernas, con un ligero corte en sus labios y la nariz tapada de tanto llorar.
Quizá no debió haber ido a la casa de Bokuto, pensó. El de ojos azules, entristecido, decidió que debería alejarse de él, a menos de que quiera que le vaya peor. Su madre le había dado una paliza, excusándose con que él era un chico problemático.

Los recuerdos se desmoronan como si fueran pétalos de flores secas.
Desde la punta de sus dedos, hasta debajo de los pies, detrás de él mientras corre.
Como si estuviera persiguiendo una mariposa.
Como si estuviera en un sueño persiguiendo sus huellas.

"Enséñame el camino, por favor detenme. Por favor, déjame respirar"

Decidido a salir del armario, tomó aire y abrió las puertas, posó uno de sus pies fuera de éste, y se incorporó en sí.
Dio media vuelta y se cambió de vestuario, era martes por la mañana y debía asistir a la institución, agarró las prendas que más lo cubrían y salió de su casa con cautela.

Caminaba como si nunca lo hubiera hecho, sus pies tropezaban con la nada y sus piernas temblaban, mientras que sus manos sudaban a más no poder, he de imaginárselas sumergidas en agua, mientras se ahoga sucesivamente.

Una vez en el aula, se sentó lo más atrás posible y esperó hasta que el profesor llegase. Una vez mas, quiso que la tierra lo tragase. El profesor comenzó diciendo que había que entregar un trabajo pedido la semana pasada, Akaashi no lo hizo. Se paró y dirigió al asiento del profesor, este al oírlo solo un suspiro y le dijo que podía entregarlo mañana, no podía darle mucha ventaja ya que sería injusto para aquellos que si lo hicieron, pero conocía a Akaashi Keiji, aquél estudiante responsable, por lo que se extrañó y dejo pasar el problema.

El joven regresó a su asiento con la mirada agacha, antes de sentarse notó que había alguien a su lado, por lo que levantó la mirada.

Allí estaba, ese chico brillante como el mismo sol, una estrella en su mismísima expresión, con una sonrisa formada en su boca y sus manos apoyadas en su mentón, saludó al megane, el cuál solo asintió con su cabeza en modo de respuesta.

- ¿Qué haces aquí? - Susurró Akaashi hacía Bokuto.

- Estudiar. - Respondió él, haciendo una mueca, "que pregunta tan obvia" pensó.

- Me refiero aquí, al lado mío. - Apretó sus dedos entre sí, dudando.

- ¿Y por qué no podría sentarme aquí? ¿esperabas a alguien más? - Ingenuo, hizo entrar en pánico al de cabellos oscuros, el cual negó rápidamente con las mejillas encendidas.

- Quise decir, hay muchos más asientos. - Aún sonrojado, se acomodó su saco.

- Me gusta aquí, estás tú. - Sonriente, comenzó a guardar sus cosas, ya que había llegado el receso. Dejando a un Akaashi el doble de rojo, se paró de su asiento y le extendió la mano para que éste la tomase. El megane cedió ante el chico de aura alegre, la tomó y se dirigieron hasta el campus de la institución.

"Este chico es impredecible" comentó en su interior. Aún no sabía el por qué se lo encontraba tanto. En donde menos se lo esperase, allí se encontraba él, con una sonrisa y los brazos abiertos.

Bokuto había comprado una bolsa con galletas y dos cafés. Mientras se encontraba caminando en dirección al megane, un grupo de chicos lo detuvo, haciéndolo poner mala cara.

- ¿Él fue quién los golpeo? - Dijo uno de los que estaba hasta adelante, a los que estaban atrás, con vendas y hematomas dejados por Bokuto. - No parece tan fuerte... - Calló, al fijar bien su vista, se encontraba con un joven de casi 1,90 cm de altura, brazos y espalda ancha, intimidante a su vista y una mirada feroz. Tragó en seco y sonrió con nervios. - Discúlpate con mis chicos, no es bueno golpear a la gente.

Bokuto carcajeo, ¿con que cara venían a imponer valores?, cuando ellos mismos fueron los que lastimaron a su preciado ser de luz.
Se alejó aún carcajeando, dejando atónitos al grupo de jóvenes.



to be continued.

Paper plane | Bokuaka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora