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Estaba frente a la puerta, nuevamente, temblando por el miedo de reabrir esas cicatrices constantes, y dolorosas que invadían su cuerpo, tocando su corazón, rasgandolo en el trayecto

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Estaba frente a la puerta, nuevamente, temblando por el miedo de reabrir esas cicatrices constantes, y dolorosas que invadían su cuerpo, tocando su corazón, rasgandolo en el trayecto.

Akaashi se había despedido de Bokuto, "aquí vamos, ya lo has hecho antes, Keiji, tú puedes" pensaba mientras el de ojos dorados se alejaba con una sonrisa, balanceando su mano de lado a lado, dándole ánimos al megane.

El pelinegro busco en su mochila las llaves para entrar a su casa, si es que se podría considerar suya. En su pensamiento, solo le permitían vivir allí.
Al entrar, cerró los ojos de golpe, esperando algún golpe, el cuál no llegó ya que la casa estaba completamente vacía. Suspiró aliviado y un tanto encantado.

Iba a pisar el interior, cuándo un fuerte golpe lo sacó de sus pensamientos, poniendolo alerta. Giró su cabeza, encontrándose con unos ojos grandes que lo miraban con asombro y preocupación, era su madre, la cual al verlo se le habían caído las bolsas que traía consigo.

Akaashi no se inmutó, quedó paralizado. Unos brazos más delgados que los suyos lo envolvieron en un abrazo que parecía fundirlo con los segundos, sintiendo la culpa y el dolor en ellos, los moretones visibles no lo dejaban en paz, mientras que su madre ahogaba su llanto en el pecho de su desgraciado hijo.

- Mamá... - Pronunció, mirandola con tristeza y disgusto.

- Keiji, ¿no te había dicho que no me dejaras sola?, ¿a dónde fuiste ayer?, ¿en dónde estabas, hijo? - Tomaba con firmesa las prendas del más alto, mirandolo con furia, tragandose sus lágrimas y sorbiendose la nariz.

- Mamá, yo... - El joven no podía si quería pensar, tenía miedo. Su madre no era la definición de una persona amorosa o alegre.

Al mismo tiempo que él, su madre sufría de los abusos de su padre y hermano menor, sin embargo para Keiji, su madre no era una persona que se podria considerar buena o diferente a sus principales agresores ya que, se desquitaba con él para sentirse bien consigo misma. Lo culpaba de las cosas que sucedían, lo golpeaba para buscar calma e incluso lo amenazaba con matarlo si se alejaba de ella en algún momento. Akaashi tenía miedo, y no sabía como manejarlo.

- ¿Cuántas veces te he dicho que a penas salgas de estudiar, vinieras a casa?, ¿eh?, dímelo, ahora. - Había soltado su ropa, y apretado los puños.

- Muchas. - Contestó inmediatamente. Los resultados ya los tenía en mente, por lo tanto, se apresuró a que la conversación terminase.

- Entonces, ¿Por qué me desobedeciste?, eres un bueno para nada, un mal aprendido y un inútil. Ni siquiera puedes hacer una sola cosa bien. - Se enfureció, mirandolo con rabia. Keiji se lo esperaba, y como sus cálculos eran acertados, recibió una cachetada de parte de su madre.

Ha de imaginarse la impotencia que habrá tenido Bokuto Kotaro en ese momento, ya que se encontraba mirando a lo lejos. No se atrevía a dejar a su rayo de luz en ese lugar. Espero detenidamente, para ver cuál era la reacción de Akaashi sobre su madre al golpearlo, y se enojó aún más cuándo vio al chico ingresar a la casa sin rechistar ni hacer sonido alguno.

Tomó rápidamente su celular y le envió un mensaje al de cabellos oscuros.

-

" Akaashi, ¿estás bien? " 

" Sí, Bokuto-san. "

" No mientas, por favor. :(
¿Estás llorando, verdad?"

-

Lo que más le dolía, no fue la cachetada de su madre, sino el saber que no tenía la voluntad de afrontarla, de afrontar sus miedos y salir adelante. De salir de ese putrido lugar y escapar, escapar lejos y vivir feliz, poder sonreír y estar en paz, por fin en paz.

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to be continued.

Paper plane | Bokuaka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora