Doce pancitos

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12: Un extraño alarmante.

El alivio y una emoción que tenía días sin sentir invadieron mi cuerpo al ver una silueta conocida cruzar la puerta de la panadería por primera vez después de mucho tiempo. Sin embargo, junto a esas emociones también vino los nervios de la primera vez.

No pude ocultar mi sonrisa en aquel momento, y ella al verme sonrió de vuelta. Cuando llegó al mostrador tras el que me encontraba, se apoyó de él y me miró.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté, un poco extrañado al conocer sus horarios, disimulando mi felicidad.

—¿Por qué? ¿No me quieres aquí? —Actuó, haciendo un puchero—. Me voy entonces.

Apenas dio la vuelta para comenzar a caminar e irse, estiré mi cuerpo sobre el mostrador y alargué mi brazo hasta que logré tomar su muñeca, evitando que diera un paso más.

—No, no te vayas —solté, un poco asustado.

Haru me miró un poco sorprendida, pero luego sonrió con ternura. Sentí la sangre caliente subir a mis mejillas y solté su brazo una vez me di cuenta de que todavía me aferraba a ella.

Poco a poco también comencé a sentir mis orejas calentarse. A este punto mi rostro debía parecer un tomate.

—Hoy no paré por mi casa, vine directo desde la escuela —explicó, aliviando mi tensión.

Asentí comprendiendo, cabizbajo, tratando de recuperarme de la vergüenza para poder verle a los ojos de nuevo. Una vez me fijé, me sentí el tonto más grande del mundo. Era obvio que venía de la escuela, llevaba puesto su uniforme de invierno de pies a cabeza.

Sacudí mi cabeza decepcionado ante mis pensamientos antes de animarme a mirarle a los ojos al sentirme más relajado que hace unos segundos.

—¿Vas a querer algo? ¿Lo de siempre?

Haru paseó sus ojos por todos los dulces exhibidos en el mostrador antes de negar con la cabeza.

—Dame las galletas de siempre, pero esta vez no quiero té, sino un batido de fresa.

—¿Galletas de mermelada de fresa más un batido de fresa? ¿No es demasiado?

—Lo dice la persona que come el helado con tripe chocolate.

—Touché —Sonreí rendido y comencé a preparar lo que me pidió.

Haru miró a su alrededor antes de volver a hablar:

—Iré al baño a cambiarme, ya vuelvo.

Asentí en respuesta, devolviendo toda mi concentración al batido de fresa que había comenzado a preparar mientras ella se iba. Pocos segundos después llegó la abuela a mi lado con una bandeja de galletas para reponer en el mostrador y en su otra mano llevaba una bolsa de papel.

Yo no tardé en tomar una de las galletas recién salidas del horno para llevármela a la boca y ella me miró antes de darme la bolsa que llevaba.

—Necesito que vayas a hacer esta entrega para la señora Lee, la que vende los dumplings en el parque, y luego compres mermelada en el mercado.

—¿Nos quedamos sin mermelada? —pregunté, callándome las intenciones de quejarme debido a la pereza que me daba hacer ese recorrido.

—¿Si no fuera así entonces por qué te pediría que la comprases? —mofó mi abuela de vuelta.

Tomé otra galleta más y solté un suspiro resignado mientras me quitaba el delantal.

—Debería cobrar más por esto.

One Dream | Choi Soobin ; TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora