Dos fresas

254 30 10
                                    


II: Rodolfo el reno.

—¿Así de fácil lo resuelves?

Después de terminar de escribir los últimos números, estiré mi espalda sintiendo todos mis huesos  crujir  y observé cómo miraba la hoja incrédulo.

—Te lo dije; te estabas ahogando en un vaso de agua —respondí mientras tronaba mis nudillos antes de volver a tomar el lápiz—. Ahora intenta resolver este tú.

Soobin aceptó inmediatamente y tomó el lápiz entre mis manos. A pesar de que parecía agotado, no hubo quejas de su parte.

Tomé mi cuaderno y simulé estar estudiando por mi cuenta. Solía aprovechar estos momentos para hacerlo realmente, pero ya había memorizado todo y podía hasta recitarlo a la perfección. Últimamente lo hacía para no ponerle nervioso y pensara que no le estaba prestando atención.

Seamos honestos; sabía que si me le quedaba observando sin más, hasta que terminara, no lograría más que ponerlo tenso o nervioso. Si actuaba como si estuviera concentrada en mis propios asuntos, él se relajaría y se tomaría su tiempo para pensar en la respuesta. 

Sé cómo funcionan las personas tímidas. Aunque lleve menos de un mes conociéndole, no necesito más experiencia para conocer sus reacciones. Sin embargo, debo admitir que hay algunas que me resultan indescifrables. Al conocerlo, puedes pensar que es más predecible que una novela cliché, pero la verdad es que este chico puede llegar a ser una verdadera caja de sorpresas.

Le miré de reojo para verificar cómo le iba.

Sus ojos estaban enfocados en el papel, como si pudiera resolverlo con tan solo mirarlo. Fruncía el ceño e inclinaba la espalda para acercarse a la mesa cada vez que escribía algo. Cuando se quedaba analizando el ejercicio tenía el hábito de apretar sus labios. Hábito mortal, pues por consecuencia aparecían aquellos adorables hoyuelos en sus mejillas. Lucían tan profundos, que era casi imposible evitar la tentación de comprobarlo con mi dedo índice y hundirlo en su piel.

Me había quedado tan ensimismada en aquel hoyito en su cara, que retuve un grito del susto cuando habló para avisarme que había terminado.

Revisé su trabajo y orgullosa alcé mi pulgar, indicándole que lo había hecho perfecto. Él me miró feliz y levantó sus brazos con victoria.

—Bien, hemos acabado todo el material —anuncié, cerrando los libros que estaba usando—. Ya no tengo que enseñarte más nada para este examen, lo has entendido todo.

Él volvió a celebrar y yo me reí de su reacción.

—Pero —añadí, él detuvo su pequeño baile, mirándome con atención—. Eso no significa que hayas acabado de estudiar, ahora tienes que practicar todo lo que sabes.

Instantáneamente hizo una mueca y soltó un:

—Qué aburrida.

Cansado, se estiró sobre la mesa y terminó por apoyar su cabeza entre sus brazos.

Estaba por decirle algo cuando mi teléfono vibró.

Hwan🙄

¿Qué haces?
8:23 PM

Estoy en la ciudad, ¿Nos vemos?
8:24 PM

Sonreí por inercia y me apresuré en responder. Cuando terminé de enviar el mensaje, guardé mi teléfono y comencé a recoger las cosas a gran velocidad.

Debido a la hora, no podía tardarme mucho más si quería llegar a tiempo.

Soobin levantó su cabeza confundido al escuchar mi movimiento. Su rostro se veía adormilado y su denso cabello negro estaba bastante desordenado, aunque me causara gracia debía admitir que se veía extremamente adorable.

One Dream | Choi Soobin ; TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora