Medio pancito

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Prólogo: Mejillas de chocolate.

Dicen que la primera palabra o frase de un libro debe ser de gran impacto, para así lograr atrapar la atención del lector inmediatamente. Sin embargo, si mi vida fuera narrada en un libro, pienso que no habría una frase impactante para colocar al principio. Al inicio todo era muy cómodo y tranquilo.

El sonido de la lluvia chocando con el cristal y el café burbujeante hacían una combinación perfecta. Si bien me hubiera encantado encontrarme leyendo con tranquilidad en mi cama, el olor a pan recién horneado me hacía lo suficientemente feliz. La temporada de lluvia ya había comenzado y no podía esperar a llegar a mi casa para recostarme con un buen libro.

Aproveché que ninguna persona necesitaba de mi atención para acercarme a la computadora y cambiar el pop americano que no iba con el ambiente, en cambio, dejé resonar por el local un suave jazz que traía un aura cálida en contraste a la fría lluvia que caía a torrenciales afuera.

Apenas me desocupé con la música, mi abuela entró con un par de bandejas en las manos llenas de dulces. La miré entre expectante y ansioso mientras se acercaba, de vez en cuando alternando mi vista hacia los suculentos postres. Se me hacía agua la boca con solo ver aquellos panes rellenos de chocolate o crema pastelera, podía sentir su dulce sabor de solo imaginar darle un mordisco.

—Ayúdame a organizar y reponer los dulces que faltan en el mostrador, por favor —pidió, pasando ambas bandejas a mis manos, yo las tomé sin apartar la vista del tentativo chocolate. Ella me fulminó con los ojos al notar mis intenciones y me señaló con advertencia—. Nada de comer o picotear, más te vale que estos lleguen enteros y sin inconvenientes.

Le di como respuesta una sonrisa inocente, a lo que ella solo respondió con más desconfianza antes de darse la vuelta para volver adentro. Yo hice lo mismo en la dirección opuesta, y apenas llegué a mi destino reposé aquellas bandejas en una superficie plana. Después de asegurarme que aquella mujer no anduviera cerca, no dudé en llevarme uno de aquellos postres "prohibidos" a la boca. Elegí chocolate, por supuesto.

Cerré los ojos instintivamente al sentir la explosión de sabor dulce que tanto me encanta, y cuando volví a abrirlos noté a mi abuelo a lo lejos sacudiendo su cabeza con una sonrisa divertida. Ignoré aquello, haciendo como si no acabara de cometer un pequeño crimen y procediendo a comenzar mi verdadero labor.

Comencé a encajar los dulces en los espacios vacíos del mostrador al mismo tiempo que la campana de la puerta sonó, indicando que alguien había entrado al local. Como me encontraba ocupado, hice caso omiso, asumiendo que el abuelo se encargaría de aquel cliente si era necesario.

Acababa de comer otro dulce a escondidas, cuando noté un par de pies del otro lado del mostrador. Asumí instantáneamente que se trataba de una chica antes de trasladar mi mirada hacia su cara. Volví a actuar inocente, intentando ocultar mi masticar, y le brindé una sonrisa servicial apenas tragué. Sin embargo, ella no despegaba sus ojos de la vitrina.

—Lucen deliciosos —comentó, finalmente mirándome a los ojos. Los suyos brillaban.

—Lo son realmente —mi sonrisa se ensanchó más mientras la observaba—, no tienes idea.

Jamás había visitado antes la panadería, ni siquiera la había visto por la zona. Además de que la mayoría de la clientela aquí es habitual, estoy seguro de que hubiera recordado verla por aquí.

Poseía un aura inolvidable. Cargaba ropa de diseñador desde el gorro hasta los zapatos, una mirada afilada que le otorgaban sus ojos rasgados, labios pequeños pero rechonchos y una nariz bonita. Era de figura delgada y su cabello negro se encontraba perfectamente ondulado llegando a la cintura. Lucía extrañamente perfecta, y al verla resultaba fácil deducir que no es del tipo de persona que suele venir a barrios comunes como este.

Dejó relucir una sonrisa que, aunque pareciera burlona, logró que mi corazón latiera un poco más rápido de lo normal.

—Veo que no mientes —dijo divertida—, tienes las mejillas llenas de chocolate.

Mis manos volaron a cubrir mis mejillas y agaché instintivamente mi cuerpo, escondiéndome detrás del mostrador que nos separaba.

Sentí como mis orejas comenzaban a arder, significando que ya estaba rojo de la vergüenza. Cuando me di cuenta de que me encontraba que una posición aun más absurda, me levanté después de conseguir un par de servilletas y cubrir mi cara con ellas. Al volver a verla, ella reía silenciosamente en el mismo lugar.

—¿Puedo ayudarte en algo? —ofrecí a pesar de todavía presionaba las servilletas contra mis mejillas.

Ella negó sonriendo, después susurró un «No debería» el cual asumí que no me correspondía haber escuchado. Al final no pudo resistirse en posar nuevamente su vista sobre los dulces.

—Acaban de salir del horno.

Me miró a los ojos y yo le sonreí. Finalmente dejó escapar un suspiro.

—Está bien, quiero uno de crema pastelera. No quiero lidiar con la alergia que puede causarme el chocolate.

Asentí sonriendo como respuesta.

—El abuelo te cobrará por allá mientras te lo sirvo —desocupé una de mis manos, pegando la cara a mi hombro para sostener la servilleta mientras le señalaba a mi abuelo.

Ella asintió y apenas se volteó para ir donde le indiqué, comencé a restregar las servilletas rápidamente contra mis mejillas para limpiar las manchas que se hallaban en ellas mientras escuchaba la risa de mi abuela detrás de mí. Después de verificar que no hubiera más chocolate vergonzoso sobre mi cara, aparté el postre elegido con intenciones de prepararlo.

—Deja, yo me encargaré de la jovencita —río mi abuela adelantándose—. Ve adentro para que decores los dulces que acabo de sacar.

Asentí instantáneamente como si estuviera en modo automático y no dudé en salir de allí lo más pronto posible.

A pesar de todo, me quedé observándole escondido detrás del marco de la puerta, viendo como recibía el postre que adquirió y el brillo de sus ojos al probarlo. Y no fue hasta que salió del local, que me di cuenta de como mi corazón latía con locura.

***

Primero que todo,  buenas noches personita que está leyendo esto. Bienvenida a esta nueva aventura.

Esta es una historia que escribo con todo el corazón y espero que alcance los suyos <3

No tengan miedo en comentarme o incluso corregirme cualquier falla. ¡Se los agradecería muchísimo!

Me gustaría ver sus opiniones mientras la historia avanza.

Sin mucho más que decir, espero que les guste.

Suerte <3

One Dream | Choi Soobin ; TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora