Primavera
Decir que estos meses habían sido malos era un completo eufemismo, habían sido fatales.
Ni el mismo se soportaba y que decir de la pobre Siyeon que tenía que aguantar su temperamento de mierda.
Y es que nunca pensó que el huir de aquel lugar significara este malestar diario, no sabía lo que era ni que lo provocaba, lo único seguro es que lo empezó a sentir al pisar la ciudad. No lo entendía y eso realmente lo frustraba, de ahí -en parte- a su mal genio. Sin embargo, eso no era todo, sino el sentimiento de perdida que sentía incrementarse con cada día, que digo día, cada hora que pasaba. Lo que lo asustaba es que no había presentado esos síntomas tan severos con nadie, ni con sus padres o con Siyeon cuando salía de la ciudad.
Encontrándose perdido en un mar de sensaciones y raros sentimientos soltó lágrimas, no sabia a ciencia cierta que las causaba, si era acaso por la frustración que lo consumía o por la inusual angustia que sentía. Era como si aquellas lágrimas no fueran del todo suyas y el miedo lo hizo encogerse. ¿Qué le había hecho Jeongguk?
En medio de su mar de confusiones escuchó como la puerta de la casa donde residía se abría y por fin pudo ver a la de hebras azules, corrió hacia ella en busca de refugio, se sentía frío, emocionalmente.
Luego de dejar las compras en el suelo, ella lo acurrucó en sus brazos para consolarlo de lo que fuera que le pasaba, aun esperaba alguna explicación de porque había llegado de improvisto a su casa y más en el estado que estaba en ese entonces; aterrado. Habían pasado meses y para ella se le había hecho imposible no preocuparse al ver los terribles cambios de humor tan constantes y drásticos.
No obstante, había decidido mantenerse en una posición compresiva, entendiendo que quizás Jimin no se sentía listo para contarle que lo tenía tan inestable, había esperado aún así dos semanas y creía necesario más, con la repentina búsqueda de afecto de su amigo, quería saber que le pasaba de una vez por todas, podría ayudarlo.
Conduciéndolo hasta la isla de la cocina donde podrían charlar directamente, sin interrupciones de ningún tipo. Vió como el muchacho entrelazada sus dedos en busca de algún tipo de entretención que de alguna forma, le permitiera evadir el predecible interrogatorio que su amiga le haría.
Sin más miramientos -Bien, sé que tienes algo, Jimin-ssi, no he querido presionarte porque te conozco y se perfectamente que en el momento en que entraste a mi casa no me lo dirías, pero ya han pasado un buen tiempo y quiero saber que te ocurre, ¿qué paso en esas montañas que te ha desestabilizado tanto? Es que... Acaso, ese hombre. ¿Ese hombre, del que me hablaste, te hizo algo?
La fémina tomó las manos delgadas del chico entre las suyas a modo de confort, amaba a este tipo y por nada del mundo quería que algo le pasara, no sabiendo lo que tuvo que pasar con "El innombrable" por eso cuando su casi hermano le había comentado de un hombre se había emocionado tanto por el, porque al fin había vuelto a abrir su corazón a dar la bienvenida a nuevas sensaciones y sentimientos que hasta hace poco yacían enterrados.
-No, no me hizo nada. En realidad no pasó nada y yo tampoco se porqué estoy así, no tiene ni una pizca de sentido para mi lo que ocurren con mis emociones, hasta a veces pienso que no son propias pero es ridículo ese pensamiento pensamiento- parloteó nervioso. No creía conveniente contarle a su amiga que había visto como el hombre con el que se había acostado se convertía en un animal salvaje, digamos que quedaría como loco.
-Si no pasó nada, entonces porque viniste tan de repente luego de una nevada como la que hubo en navidad- tenía un punto, pues nadie en su sano juicio haría tal cosa- es decir, si no tenías provisiones podrías haber ido a donde tu vecino ¿no? Fue muy arriesgado lo que hiciste y no es que te esté echando en cara que hayas venido aquí, sabes bien que amo que me hagas compañía pero sin duda no me hubiera gustado para nada, que por andar de acelerado por esas horribles vías, te hubiera perdido.
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el oso ; kookmin
FanfictionEl ermitaño Jimin desea reorganizar su vida, darle un norte, el cual fue perdido luego de su humillante ruptura amorosa. Por esto decide ir a una cabaña recóndita entre las montañas, sumida en la tranquilidad que los árboles le pueden regalar. Lo ú...