𝐜 𝐮 𝐚 𝐭 𝐫 𝐨

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Mientras afuera se desataba una tormenta de nieve –que rogaba que no hiciera ningún daño– Jimin se encontraba comiendo pacíficamente en su pequeña mesa, solo.


Y bien era cierto que trataba de no modificarse por eso y que Siyeon tenía toda la voluntad de ir a su cabaña se sintió un poco decepcionado de no tenerla ahí, para el, tenerla de confidente era tan esencial para el, más de lo creía. Ella lo entendía y él a ella. Se resumía en eso.

No obstante, esperaba que ella no la pasara sumergida en soledad como el. Tal vez si ese chico del que le hablaba podría acompañarla. Seria lindo. Pasar tiempo con alguien a quien ames y que sea mutuo.

Soltó una sonrisa vacía.

Estaba cerca de los treinta y mientras todos a su alrededor parecían avanzar a pasos agigantados o lentos, él simplemente parecía quedarse estancado entre las rocas. Y ¡mierda! Era sumamente frustrante. Tenía la esperanza de que algún día llegaría ese alguien con el que se sentiría en paz y por un momento pensó que esa persona era Hoseok, pero estuvo equivocado.

Y empezó a pensar que cada cosa en su vida estaba errónea, que tal vez tomando otras decisiones podría haber sucedido algo distinto.

¿Tal vez si..?

¿Tal vez si no..?

¿Y si en lugar de haber hecho esto, hubiera hecho lo otro..?

Eran interrogantes que de vez en cuando lo martirizaban por las noches, sin embargo, ahora, sumido en la penumbra del silencio, a su cerebro se le hacía tan malditamente fácil buscar esos pensamientos y repetirlos sin cesar.

Llegó a pensar que su esperanza comenzaba a decir adiós.

Y era desesperante.

Y las lagrimas no faltaron.

Pero, por irónico que sonase, como un rayo de luz toda la electricidad dejó de funcionar quedando en la extensa oscuridad.

Y agradeció por ello.

Algo sorprendido por el desequilibrante cambio se dirigió hacia el interruptor más cercano. Si, se había ido.

En seguida buscó el generador que había traído del granero. Localizado éste, rápidamente lo intentó encender más este parecía no reaccionar, intentando una y otra vez se halló si mismo en medio de una maravillosa jugada del destino, que en vez de alentarlo lo único que hizo fue noquearlo duramente.

Reflexionando en vez de largarse a llorar, determinó que aunque tuviera madera al lado de la chimenea esta no sería suficiente para toda la noche y probablemente, parte del día siguiente. Además que no tenía donde cocinar, su estufa era eléctrica. Estaba perdido.

Se sintió tan tonto de no haber verificado nuevamente si el condenado generador funcionaba, se encontró siendo tan pero tan inocente, alcanzando lo ignorante por confiar en una aparato que llevaba guardado tanto tiempo, recibiendo nada más que polvo y telarañas.

En medio de su laguna de frustración e irritación consigo mismo, recordó las suaves palabras de Jeongguk.

"Cuando quieras puedes solicitar mi ayuda".

En ese momento fue la única opción viable, siendo la única luz de esperanza que le quedaba. Corrió hacia su perchero en busca de un abrigo que lo protegiera adecuadamente.

¿No sería de mal gusto llegar con las manos vacías?

De inmediato caminó hacia la cocina en busca de algún envase donde pudiera guardar algo de la comida que había hecho esa tarde. Virtiendo con cuidado todos los alimentos, el pensamiento lo atacó y quedo estático al ver lo que estaba haciendo. Haciendo planes para llegar a la casa de su vecino de improvisto y la para el colmo ¡en noche buena! Debía parar.

el oso ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora