𝐭 𝐫 𝐞 𝐬

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Invierno

Los últimos días habían sido terriblemente fríos, por un mísero momento Jimin pensó que el invierno no sería muy diferente al de la ciudad pero vaya que se equivocó.

Esta mierda no se compara.

Llego hasta creer que en su casa de la ciudad hacía calor, comparado con este clima. Sin embargo, se propuso disfrutarlo, para eso se había retirado, y no pensaba devolver los pasos que ya había marcado.

Por otro lado su relación con Jeongguk, su vecino, había mejorado bastante en los pocos meses que habían tenido su primera interacción, al principio llego a sentirse extraño por lo rápido que avanzaban pero internamente había llegado a sentir una atracción hacia aquel hombre. Y definitivamente no podían juzgarlo, ¡Nadie! Pues bien era apreciado, que aquel hombre era un costal de masculinidad y caballerosidad, cosa por la que Jimin no tuvo otra opción más que ceder al pequeño cosquilleo de la atracción.

Bueno, aunque también se debería tener en cuenta que el siempre encontraba al bajito en apuros o en trabajos que sobrepasaban su fuerza, por lo que el mayor tomaba estas oportunidades para ganarse a su ya sabido compañero, cosa que estaba logrando con éxito.

Por otro lado, esos últimos meses habían sido, para su sorpresa, muy movidos y entretenidos, claramente no se parecían en nada a sus tantos años subsistiendo en la urbe. Y agradecía completamente eso, en parte y secretamente esperaba que fuera así, que el campo le diera un fresco aire para poder relajarse y por fin superar dolores y experiencias pasadas, que como le había dicho su amiga; eran del pasado.

Tomando el abrigo nuevo que había sido obligado a comprar, debido a que sus otras chaquetas siquiera le salvaguardaban del frío unos cuantos minutos. Eso le hizo sonreír porque en parte del cambio fue gracias a su vecino guapo -si, ya lo había llamado así- un día de los primero meses de invierno, el le había aconsejado que cambiara de abrigo porque de no ser así moriría de hipotermia, recordando también el pequeño (gran) sonrojo que había tomado control de sus mofletes.

Teniendo en cuenta que el invierno se había adelantado algunos días, reflexionó que haría realmente un clima terriblemente helado, sin embargo, pensando de manera positiva si quedaba atrapado el tenia provisiones para muchos días, por lo que esa parte no le preocupaba demasiado, lo que si tendría que abastecerse es de leña, conducirla del granero hacia su casa.

Con botas puestas y pareciendo un muñequito más que una persona emprendió rumbo hacia el lugar donde yacía la preciada madera. Mientras caminaba pudo darse cuenta de lo profunda que ya estaba la capa de nieve y su cuerpo se heló, de solo imaginarse a sí mismo encerrado con una manta blanca y pesada encima de su cabaña. Si, ya estaba acostumbrado a estar encerrado pero solo pensar que al intentar ver por la ventana el único paisaje que apreciaría sería la gélida nieve, le ponía nervioso.

Piensa en cosas positivas, Jimin. Flores, un campo abierto lleno de animales lindos. Tu vecino guapo encima de ti.

Y con tal pensamiento abrió repentinamente los ojos, mirando a todos lados fijándose si alguien había escuchado sus pensamientos, para por último transformarse en un tomate viviente. Que vergüenza.

Camino rápidamente para dejar sepultados aquellos pensares que lo perseguían de vez en cuando. Diablos, debía parar. No sabia realmente cómo era capaz de ver a Jeongguk a los ojos, cuando el tenia esos pensamientos tan deshonrosos donde los protagonistas era ellos dos follando en cualquier posición que el peli plata conociese.

Mierda, comenzaba a excitarse.

El frío del duro candado lo devolvió a la realidad, centrándose en abrirlo y con manos un poco temblorosas -y en este caso el frío no era tan culpable- pudo, finalmente, entrar al sitio, localizó los cortos troncos que había comprado en la que se convirtió, su tienda predilecta para comprar todo lo que necesitaba.

el oso ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora