No viniste al trabajo.
Le pedí a tu amiga que me diera tu número.
Lo negó a la primera, y tuve que enseñarle tu retrato para que me creyera.
Me llamó estúpido por confundir los nombres, y luego me dio la dirección de tu casa. ¿Ves? Fui en busca de cobre y me dieron oro.
Estoy en camino.
Por favor, no me tires la puerta en la cara. Eso solo lo han hecho los vecinos cuando voy a cantarles villancicos con mis sobrinos.
Pero no iré a cantarte, si así lo prefieres.
Ya estoy aquí, Jess.
Transpiro por todas partes, y mi cabello es un desastre.
Esta no es una romántica manera de conocernos por fin. Pero, qué mas da, no importa como luzca si los sentimientos están de por medio para engullirnos a ambos...
Doy cinco pasos al frente y luego retrocedo.
Estoy empezando a arrepentirme. ¿Qué pasa si no es recíproco? Jamás lo había pensado antes.
¿Tendrás novio? Espero que no.
Pero entonces, toda la valentía abandona mi cuerpo y ya no estoy avanzando. Tan solo miro el timbre de tu entrada.
Aceptar el rechazo es también crecer, ¿verdad?
Pero por más humano que eso sea. Yo no quiero que lo hagas, Jess.
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Una limonada y dos corazones ©
Krótkie OpowiadaniaEspero que nuestras miradas se encuentren algún día, y que la limonada nos haga compañía. Historia corta Finalizada 18/2/21