Hoy te atendí de nuevo.
Estás igual de alegre desde que te conocí un tarde de julio.
Pediste limonada como siempre, y me preocupa la dosis que consumes a diario.
Paula, mi compañera de trabajo, me dijo que siempre parecías mirar hacia nuestra dirección.
No sabes la felicidad que se instaló en mi pecho, que por el resto del día tu alegría me contagió.
Es increíble lo que provocas en mí, Simón.
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Una limonada y dos corazones ©
Historia CortaEspero que nuestras miradas se encuentren algún día, y que la limonada nos haga compañía. Historia corta Finalizada 18/2/21