Capítulo 41

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Sin Luciana.

Zev.

Lamentablemente la señorita Luciana Martinelli, sufrió un colapso el cual la dejó en un estadi muy similar al coma. —Habla el doctor de la familia Martinelli.

—Mi hija es fuerte. Ella despertará. —solloza Louis.

—Señor Martinelli. Esta vez el ataque de pánico y la falta de oxígeno en sus pulmones causó que su hija quedara así. No sabemos si despertara hoy o mañana, o simplemente puede que se vuelva dependiente del aparato que la ayuda a respirar y si deciden quitárselo, lamentablemente podría morir.

El llanto de los Martinelli inunda la habitación, los más afectados son Lucian y Louis, quienes permanecen al lado de mi mujer. La cual está en una cama conectada a miles de cables.

No lo entiendo, que fue lo que paso, estaba bien y de un momento a otro solo dejó de respirar. De no ser por Emiliano que actuo como un profesional eficaz, nisiquiera estaría aquí.

Un nudo se me arma en la garganta y siento que no puedo respirar, por mas que lo intente no puedo evitar llorar. Me siento impotente, como mierda es que deje que esto pasara. Alejarme de ella para protegerla era la opción más viable, y a cambio lo único que recibo es ver a mi mujer como un cuerpo inerte en una cama, nisiquiera quiere respirar por si sola.

—Tenemos que hacer algo. No nos quedaremos de brazos cruzados. —Habla Marié mirando a su hija.

—Lo lamento señora, no hay nada que hacer.

—Mi piccola es fuerte. ¡Ella se levantará! —grita Lucian en llanto tratando de converserse a si mismo que sus palabras servirán de algo. —¡Es un inepto! Mi sobrina lleva dos meses en esa cama y usted nos dice que no hay esperanza ¡¡Larguese!!

Grita el tío de mi mujer al médico. Quien niega y toma sus cosas saliendo de ahí.

—Conozco un especialista, si me lo permiten lo llamare. Luciana es muy importante para mí. —Dice mi padre con tono afligido.

—Si, gracias Dominico. Dejemos descansar a mi niña. —habla Louis quien no ha dejado de llorar.

Todos salen de la habitación, salvo Lucian y yo. El hombre de ojos azules toma la mano de Luciana y peina su melena negra hacia atrás.

—Te necesito Luciana. —solloza. —Donde esta mi guerrera fuerte y valiente. Necesito tu sonrisa, tus regaños, tu amor. No voy a tener hijos nunca porque tu eres la única que quiero en mi corazón para siempre.

Las máquinas no dejan de sonar y el llanto de Lucian inunda la habitación. Me mantengo firme cruzado de brazos, con la espalda recargada en una pared  pero mi cara está sumergida en mi dolor y mis ojos llenos de lagrimas.

—Portami con te se vuoi andartene. —“llevame contigo si quieres irte" musita bajo el italiano. —No soy fuerte, no soy nada sin mi pequeña piccola. Asi que tienes dos opciones Lu, despiertas y vives conmigo o mueres y me matas contigo.

Las palabras de Lucian me parten el alma, su dolor y el mío son iguales, la diferencia es que el si es capaz de decir lo que piensa, mientras que yo no. Sin Luciana soy solo un ente andante sin voz, sin aire, sin vida. Si en mi estuviera le daría mi sangre, mis pulmones, y mi corazón que ya le pertenece.

—Debes hablarle. —Dice Lucian Martinelli, levantándose de su asiento y mirandome.

Niego y miro al suelo, desde hace dos meses no soy capaz de soltar una sola palabra, lucho y lo intento pero mi voz se fue con ella.

—Zev. Mi sobrina te adora, si te escucha despertara. Se que la dejaste, y no entiendo porque si aun estas aquí.

Limpia sus lágrimas bruscamente y camina a mi. Su mirada es igual a la de mi Luciana, alegre con esperanza, a pesar de sus ojos inflamados de llorar, es igual de expresivo que ella.

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