"Vivir bajo el amparo de un sueño sin despertar jamás, es quizá peor que morir"
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El cielo se entintaba de matices de azul y morado, suaves al mismo tiempo que oscuros, con increíbles tonalidades zafiro que hacían volver la mirada al vasto cuerpo que se extendía a través de la Capital, igual que todas las noches. Un viento frío corría a través de las calles mientras pasaban los minutos. La gente se movía de un lado a otro, como si participara en un silencioso baile que armonizaba con la primera nevada del año, incluso aunque sus movimientos no sincronizaban para nada.
Los copos caían desde el cielo y cubrían las calles de la ciudad. Bajo aquella capa de blanca pureza, todo parecía hallarse en perfecto estado, como si toda la Capital fuera un cuadro que, a su vez, era parte de una fina colección de pinturas. Las parejas se sostenían de las manos y danzaban, tarareando canciones de fiesta. Las mujeres alzaban sus largos vestidos de colores y suaves telas, mientras observaban los ojos de sus acompañantes, como hipnotizadas por palabras que decían sus miradas; los hombres las contemplaban con admiración y las trataban como si fueran los copos de nieve que caían desde el cielo, siempre al pendiente de que se conservaran en su perfecto y puro estado, sin desaparecer en ningún momento bajo su tacto, cuidaban que no se extinguiera esa efímera pasión que crecía entre ellos.
A través de las ventanas empañadas de los edificios, se podía entrever la luz de la chimenea o las velas que se encendían los padres a sus hijos, solo para que no temieran sumirse en el sueño y que aparecieran monstruos inexistentes para llevárselos. Quizá, en alguna recamara, había niños que eran abrazados por sus padres en ese intenso calor que solo ellos saben darles, como si crearan una burbuja incapaz de explotar y que los aislara lo suficiente como para que nada malo les pudiera tocar.
Era en ese silencio, cuando la nieve cayendo del cielo parecía interminable y, lo que era peor: más fría que nunca. Son ese tipo de instantes, en que los ojos se anegan en lágrimas porque sabes que nada va a cambiar, y desearlo de otra manera solo puede hacer que duela más. Son esos segundos que resultan eternos, cuando estiras la mano al cielo y te preguntas cuál es exactamente tu lugar, cuando tus ojos se drenan de toda emoción y todo carece de sentido, pero que aún así te aferras a pensar que ese no puede ser el final. Tiene que haber algo más. No importa que el mundo se haya equivocado, y algún Dios de la soledad te haya escogido para vivir en ese mundo completamente abandonado, transformándote en una mariposa sin alas.
¿Ahora dónde está el calor? ¿Cuánta felicidad queda detrás de un escenario que dejo caer el telón hace mucho, mucho tiempo?
Y las estrellas parecen arder en una pesadilla sin fin hasta que, para cuando se digna uno a abrir los ojos, parecen haberse extinguido. Ya no hay nada. Es una noche sin estrellas, una que promete no dar paso al amanecer, nunca jamás.
Así es la vida cuando el amor se te termina. ¿Puede pasar? Sí, claro que puede. Cuando amas a alguien de manera incondicional y te arrebatan sus caricias, el afecto que te pertenece... Cuando te engañan o la muerte los aparta, ¿qué más queda? Solo ese vacío, ese pesar y desesperación; una desazón y una espina enterrada en el pecho, hundiéndose en tu corazón. Te conviertes en una rosa que muere en una tempestad. Probaste la realidad en el momento equivocado del año, ¿por qué ésta apareció cuando el invierno consume el mundo? ¿Tienes realmente una razón para existir? Si es así, que alguien te lo diga; que te lo hagan saber ya, antes de que deje de importar y no quede esperanza. Y si no existe, que te hablen de un buen lugar para morir...
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Itachi se alejo rápidamente de las personas de aquella aburrida fiesta y caminó sin dirección alguna por el gran salón, abriéndose paso a empujones entre las muchas personas que hablan de joyas, dinero o política. Pese a que su propia casa resultaba confortable en cualquier situación, el día de hoy, ajetreada de gente, le resultaba de todo menos agradable. Incluso su propio reflejo en el piso de mosaico parecía opaco y se perdía entre aquel mar de invitados, en especial con los vestidos de miles de colores con los que iban ataviados las mujeres. Un gran candelabro de telaraña colgaba del techo de cúpula tallado con una exquisita representación de querubines tocando arpas o mirando hacia abajo con una expresión soñadora, como si ellos pudieran envidiar un poco lo que había abajo. Los rodeaban una serie de columnas de orden jónico, y a los pies de éstas había una serie de mesas repletas de comida y gente que conversaba animadamente mientras comía de los manjares que ofrecía la familia Uchiha en el cumpleaños número veinte de su primogénito. Por otro lado, poco o nada se habían asegurado de preguntarle si esta clase de celebraciones le gustaban lo más mínimo.
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Noche sin estrellas [Itasaso]
Fiksi Penggemar☆Fanfic -> ♡Itasaso♡ ~❤[Itachi x Sasori]❤~ ⚠Esta historia no me pertenese, Asi que Créditos a su autor original⚠ DISFRUTENLA!