Prólogo

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¿Qué paso? ¿Cuándo? ¿Cómo? y lo más importante: ¿Por qué?

Exactamente eso es lo que no me deja de dar vueltas en la cabeza.

¿Por qué? Lamentablemente no creo obtener la respuesta porque se fue, desapareció como el maldito cobarde que es.

Cuatro años de mi vida...

Cuatro años en los que me entregué, le di mi corazón, mi ser, mi absolutamente todo. Parece que nada fue suficiente, nada le alcanzó. A pesar de que sacrifique muchas cosas por nosotros, más de las que se debería y más de las que él pudo o quiso sacrificar, no le importó romperme de la forma en que lo hizo.

Me encontraba completamente perdida. ¿Qué se hace cuando la persona con la que tenías planeado todo un futuro se va y te deja a la deriva con los sentimientos todos revueltos?

En el momento no sabía si llorar, exigir explicaciones o simplemente tirarle por la cabeza con todo lo que tenía a mano. La realidad es que no hice nada de eso, simplemente me quedé parada, totalmente en blanco y perdida en un lugar dentro de mi cabeza en donde rogaba que nada de eso fuese real, pero lo era.

Lo único que hice fue dar la vuelta y echar a correr lo más lejos de ese lugar. No tenía a donde ir. El lugar al que alguna vez llamé mío, ya no lo era. No podía volver allí. Vivir debajo de un puente, en ese momento, era una idea menos angustiante y dolorosa.

Se estarán preguntando: ¿y a esta que le pasó?, ¿cuándo? y ¿cómo? Exactamente las mismas preguntas que me hice al principio.

Bueno, obviamente les voy a contestar las que sé. Así entienden más o menos el contexto de la historia.

¿Qué pasó?

Mi novio o mejor dicho exnovio, se encargó de no aburrirse y satisfacer sus necesidades sexuales ante mi ausencia. ¿Qué hijo de su mami no? Pero eso no fue todo. ¿Conocen el dicho: "todo queda en familia"? Bueno, en este caso sería: "Todo queda entre amigas". Ya saben, hay que saber compartir y no ser egoístas con sus amistades, sobre todo si se trata de los novios.

Estoy siendo sarcástica, digo, por si no lo notaron.

¿Cómo y cuándo pasó lo de ellos?

No tengo respuesta a eso, tampoco es que me interese tanto. Mi nivel de masoquismo no llega tan alto.

Ahora, ¿cómo y cuándo me enteré?

Dos de enero a las diecisiete horas con veintisiete minutos, para ser exacta. Sí, digamos que no fue un comienzo de año demasiado lindo para mí. ¿Cómo sé la hora? Porque resulta que en el mismo momento en el que abría la puerta de mi habitación, me encargaba de mandarle un mensaje a mamá avisándole que había llegado y estaba bien en mi departamento.

¿Bien? No, no me encontraba bien.

No después de encontrarlos durmiendo en mi cama abrazados y, por lo que se veía, desnudos. El golpe de mi celular contra el piso fue lo que despertó al innombrable, así lo llamaremos.

Mi vuelta a la ciudad no estaba programada hasta pasado mañana, supongo que fue mi error querer darle una sorpresa. Entendí mal los "te extraño" que me mandaba por mensajes o los que me decía cuando hablábamos por teléfono. Que ilusa fui creyendo que eso significaba que me quería ver. Al final la verdad es que no me extrañaba mucho y definitivamente no tenía tantas ganas de verme.

¿Qué hice después de salir del lugar corriendo como estúpida? Busqué en mi celular algún lugar cerca y barato para dormir. Pues sí, la idea del puente quedó totalmente descartada cuando el aire frio me golpeó haciendo que me abrazara tratando de darme calor a mí misma.

Después de pasarme tres días acostada en la cama de esa habitación y llorar a más no poder, decidí hacerle frente al asunto y recuperar todo lo que me pertenecía. Luego de eso podía seguir llorando todo el mes o el año si se me daba la gana.

La idea era ir al departamento y pedir las explicaciones que sintiera necesarias, pero cuando entré al departamento no encontré a nadie. No quedaba más que las pocas cosas que me pertenecían. Siendo sincera no quedaban más que las cosas que él me quiso dar: mi ropa, libros y mi computadora. En tres días se había llevado todo.

Ese día llore más que nunca en la vida, me dolía el alma. La angustia, la traición y el dolor no me dejaban respirar.

Al final las explicaciones no eran necesarias, el daño ya estaba hecho y nada podía apaciguar el sufrimiento que me estaba consumiendo.

No lo quería.

No lo merecía.

Desde ese momento me hice una promesa: no le daría el poder de destrozarme otra vez a nadie. 

Nunca más.

Estaba segura de eso.

O eso creía, hasta que apareció.

Lo intenté, intenté con todas mis fuerzas alejarlo de mi vida, pero estaba dispuesto a quedarse sin importar qué.

Indescifrable, paciente, irritable, perseverante, demandante, impresionante e inevitable.

Eso y mucho más es Drago Ablack.

Entro a mi vida como un tornado que arrasa con todo lo que encuentra a su paso.

Despertó emociones y sentimientos nunca antes vividos.

Supo encender las llamas de un fuego pasado y provocar un incendio.

            

           << - Puedes intentar hundirte en la mierda más grande del mundo millones de veces si es que se te da la gana, pero mientras yo esté aquí no lo vas a lograr – soltó el agarre que ejercía en mi brazo y caminó hacia la puerta-. Y Aliyah,- me llamó y mirándome sobre su hombro antes de salir, dijo lo único que necesitaba escuchar- no pienso ir a ningún lado, es una promesa. >>  

                ***


Beber o PagarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora