Capítulo 11

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ALIYAH

No sé qué hora es, solo sé que todavía no amanece cuando siento la cama moverse. El haber sentido su cuerpo junto al mío había sido impedimento para dormir, pero lo que más ayudo a mi insomnio es lo distante que se encontraba. Desde que me vio no ha parado de llamar mi atención y cuando pasa algo que de cierta manera lo aleja de mí, me incómoda. No se siente bien.

Puedo entender que el tener que hablar de algo que no quería frente a mí lo haya molestado, pero no fue mi culpa y este desinterés por su parte me molesta. Y más me molesta que me moleste. No sé si me entienden...

El inaudible ruido de la puerta principal cerrándose hace que mi cuerpo se levante de la cama y compruebe la ausencia de su presencia. Miro la hora en el reloj que cuelga sobre la pared de la cocina y avisa que son pasadas las cuatro de la madrugada. 

¿A dónde habrá ido a esta hora?

Me preparo un café, esperando que solo haya bajado a ver o buscar algo y aparezca pronto. Los minutos comienzan a pasar y Drago no vuelve. Estoy preocupada y trato aliviar mis nervios dándome un baño con la esperanza de que al salir Drago haya llegado... aunque eso no sucede. Seis de la mañana y nada.

Cuando voy por la cuarta taza de café escucho la puerta abrirse. Quiero correr y reclamarle el haber salido a esa hora de la madrugada como si fuese su madre. Después recuerdo que no lo soy y que ni siquiera tengo el derecho de enojarme, así que simplemente espero que pase por la cocina, en la cual me encuentro completamente a oscuras.

— ¡Dios, Aliyah! – reclama asustado después de prender la luz y encontrarme sentada en el medio de la cocina - ¿Qué haces aquí en la oscuridad?

No hago más que mirarlo y me doy cuenta del porque no llegaba. Ha estado haciendo ejercicio, puede que en el gimnasio del edificio o, tal vez, salió a correr.

— ¿Dónde estabas? - no evito preguntarle.

— Necesitaba pensar, salí a correr un rato – contesta pasando junto a mí para alcanzar un vaso con agua.

— Un rato no. Una hora y media, más bien – no sé de dónde sale tanta toxicidad, pero sé que debí callarme cuando se da vuelta apoyando su cadera sobre la mesada para mirarme con una pizca de burla en sus ojos.

— ¿Llevando la cuenta, conejita? No pensé que me extrañaras tanto como para andar contando los minutos sin verme – lleva el vaso a su boca y bebe sin sacar su mirada de mí.

— Entonces, ¿salir a correr es como un santo remedio para ti? Digo... no estabas tan simpático cuando te acostaste.

No quería que sonase como lo hizo, no quería provocarlo o hacerlo enojar. Yo solo quería saber si así iba a funcionar siempre que no le gustase algo.

— Si – dice dejando el vaso sobre la mesa y acercando su cara a la mía -, te voy a dar decir dos cosas; uno, si estás aquí en mi departamento, es porque te quiero justo aquí conmigo y eso implica tener que contarte mis cosas, pero no me apures ni intentes hacer ningún tipo de psicología para sacarme información porque no me gusta la gente metida y... – sube un dedo hacia mi cara y acaricia mi mejilla- te ves hermosa – dice y pega sus labios a los míos, para luego salir fugazmente de la cocina dejándome sin poder decir nada y avisando que se dará una ducha antes de llevarme a buscar mis cosas.



Tarde no, tardísimo estaba llegando a la clase de la profesora Fritz y todo por tener que ir hasta mi departamento para ponerme mi ropa y no andar con la de Drago.

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⏰ Última actualización: May 26, 2021 ⏰

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