Capitulo 1

46 10 3
                                    


Menos mal que antes de salir se me había ocurrido la genial idea de mirar la temperatura en mi celular porque sin nada para abrigarme estaría en proceso de congelamiento. Bueno no, solo estoy exagerando. No es que hiciera tanto frío pero la noche estaba bastante fresca y una que otra ráfaga de viento terminaba haciendo que me abrazara a mí misma para darme calor.

Camino buscando la cara de mi amiga entre el tumulto de gente al que me acercaba, pero no logro encontrarla.

¿Dónde te metiste Inna?

Esquivando a toda persona que se me cruzaba y tratando que nadie me tirara algún tipo de líquido encima, logré verla.

Esta abrazada a un chico. No alcanzo a verle la cara porque se encuentra mirando hacia el lado contrario al mío. Inna parece más feliz que nunca y eso me extraña. Ella es de demostrar su amor todo el tiempo y sobre todo a sus amigos, pero la felicidad que expresa su rostro no la he visto nunca; por lo menos no, cuando de nosotros se trata.

Cuando estuve a unos pasos, el chico misterioso se desprendió del abrazo de la pelinegra, le dijo algo al oído para después darle un beso en la frente y comenzar a caminar hacia donde yo estaba, dejándome verlo en su totalidad.

Oh, diosito mío. Santísimo cielo o... santísimo infierno.

Su cara y su contextura corporal deben venir del mismísimo cielo, pero su aura y su confianza más la seguridad con la que camina a través de las personas a lo: "Abran paso malditos humanos que ya llegué yo", debe venir del mismísimo infierno. No pude hacer más que analizarlo de pies a cabeza.

Todo parecía moverse en cámara lenta mientras caminábamos coincidiendo en el mismo punto, en dónde no pude contenerme y giré mi cabeza cuando pasó de largo sin siquiera mirarme.

No se trataba solamente de que fuese lindo, sino que, además, tenía un porte y una actitud que lo hacía parecer como si el mundo le perteneciese, cautivador y arrogante pero simpático a la vez. Rara combinación. 

- Dios, Aliyah. ¿Dónde estabas? Llevo media hora esperándote – me reclamó enojada Inna cuando llegué a su lado.

- Emma necesitaba que me quedara un poco más de lo planeado- trato de excusarme. Inna odiaba la impuntualidad de la gente, podía estar días sin hablarte si la hacías esperar mucho tiempo sola en algún lugar-. Y dime, ¿pasó algo interesante mientras yo no estaba? – dije cambiando de tema y tratando de sacarle información de lo que acababa de ver.

- No. Sara y León fueron a buscar algo para tomar y como veras me dejaron aquí sola por si tú te dignabas a hacer presencia.

Ignoré su comentario, estaba enojada y no tenía ganas de seguir alimentando su enojo esta noche.

Nos encontramos con los chicos a mitad de camino, cada uno venía con un pack de cerveza. Bien, la cosa iba a ser suave esta noche. Nada de tragos que te hacen perder la memoria a causa del alto nivel de alcohol que contienen. La íbamos a pasar bien y hoy no terminaríamos cargando el cuerpo ebrio de nadie como veces anteriores.

Todo estaba tranquilo.

Había varios grupitos bailando, otros simplemente pasando el rato bebiendo y charlando entre ellos. Nada de otro mundo, hasta que lo vi. El muy hijo de puta estaba en el medio de todo y de todos, armando la bendita mesa de pingpong.

Mierda, no debí venir.

Tiene que haberme visto llegar. Me lo dejó muy en claro el viernes pasado, pero pensé que se olvidaría. Rogué que lo hiciera, pero no, no lo hizo. Y ahí lo tenía, mirándome con esa expresión de "¿Pensaste que te ibas a librar de mí?".

Beber o PagarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora