Capítulo 9

17 7 11
                                    

ALIYAH

Siempre eres bienvenida en nuestras vidas...

Recuperar el tiempo perdido...

Te queremos...

Familia...

Las palabras no dejan de dar vueltas en mi mente, nunca pensé que fuese a llegar el día en que se dignaran a recordar que no solo tiene una hija, sino dos.

Me desecharon como basura cuando no les serví más, cuando tuvieron vergüenza del que dirán y creyeron las versiones de personas que nunca supieron lo que en realidad pasó.

No fui bienvenida en sus vidas cuando no tuve donde dormir ni que comer. No se puede recuperar el tiempo perdido. No me quieren y no, no son mi familia, dejaron de serlo hace mucho tiempo.

La ira abarca todo mi cuerpo y tengo que hacer uso de todas mis fuerzas para no demostrarlo, no voy a dejar que vuelvan a hacer y deshacer de mi vida, como más les plazca a ellos.

Drago tiene razón, tengo que estar orgullosa de mí misma por seguir mi vida sola, sin ayuda alguna.

Voy a ir a ese casamiento y les mostraré lo bien que he estado todo este tiempo sin ellos en mi vida.

— ¿Quieres ir conmigo a la boda? - la pregunta sale de mis labios antes de que mi cerebro pueda analizar todo lo negativo que puede llegar a traer consigo esa propuesta.

Drago que se encontraba manejando de vuelta al departamento, después de pasarnos todo el día pintando en la futura tienda de Inna, sonrió sin apartar la mirada del tráfico.

— ¿Cómo novio? Pensé que nunca lo pedirías - dijo divertido.

— No seas tonto, como mi mejor amigo gay – le contesté.

— Si eso me da la posibilidad de dormir contigo y verte cambiar de ropa todos los días, pues acepto – me miró para lanzarme un guiño.

Lancé una carcajada, no dejaba pasar ninguna oportunidad de hacer algún comentario indebido.

Con mi cabeza recostada en la ventana y mirando como pasábamos edificio tras edificio, no pude evitar reconocer que había sido un lindo día. Mi mañana no empezó muy bien si hablamos de mi desnudo frente a Drago y esa maldita carta, pero pude olvidarme de todo cuando comenzamos a pintar la tienda. No recuerdo haber pasado un momento tan tranquilo como hoy. Los chistes y las insinuaciones atrevidas de Drago ya no me molestaban, sino que me divertían; era chistoso ver cómo se las ingeniaba para tratar de llamar mi atención.

No me había olvidado del beso, aunque quisiese no podía y sé que él tampoco lo ha hecho por más que no lo haya mencionado. Fue distinto y me aterra porque no quiero volver a lo de antes, no sé si pueda soportar dos veces lo mismo.

Dejo mis pensamientos de lado cuando le presto atención a lo que veo por la ventanilla.

— ¿Por qué estamos yendo a tu edificio y no al mío? - cuestiono mirándolo con mala cara.

— Porque es en donde tienes que estar – dice sin importarle mi enojo -, por lo menos hasta que termine el año.

— Mis cosas están en mi departamento –digo como si no fuese lo más obvio del mundo.

— Mañana temprano te llevo a por tus cosas. Tengo todo fríamente calculado.

— ¿Cómo es esto? ¿Aparte de vivir contigo, ahora también decides cada cosa en mi vida? - digo y cruzo mis brazos sobre mi pecho queriendo que vea mi indignación.

Beber o PagarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora