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Atsumu se sentía excesivamente apenado. Estaba sonrojado hasta las orejas y su hermano gemelo disfrutaba que su hermano estuviese tan callado, ni rastro de su explosiva y extrovertida personalidad.

"Samu, no me siento cómodo, en serio." Murmuró, muy bajo, mientras un chico masajeaba su cuero cabelludo.

"Cállate, Tsumu, tú nos metiste en esto para empezar." Gruñó su hermano, aunque no estaba molesto.

Los estaban bañando. Literalmente, porque el príncipe Kiyoomi tenía estrictas reglas de limpieza y sentía demasiada repulsión por el olor a humano. Los gemelos estaban en una bañera cada uno, mientras dos chicos lavaban sus castaños cabellos y los limpiaban con sales y jabones artesanales.

Atsumu se removió, inquieto.

"En serio, no..." Empezó a decir y escuchó una risita.

"Por dios, eres tan tierno." Río el chico que estaba bañándolo, sonriente. "Ya veo por qué Kiyoomi lo trajo. Ama las cosas lindas."

"Motoya." Regañó el chico que masajeaba la cabeza de Osamu.

"¡Vamos, Suna, no seas así!" Se quejó el risueño chico, con diversión. "Sabes cómo es Kiyoomi."

Suna bufó.

"Estás demasiado animado para mi gusto." Suspiró, tomando la alcachofa de la bañera, rociando agua caliente en el cabello de Osamu para sacarle el shampoo.

Osamu estaba derritiéndose. Jamás lo habían mimado así.

"Vamos, es divertido saber que habrán más personas de nuestra edad, además de Kita." Sonrió el chico, animado, repitiendo la acción de Suna pero con Atsumu.

Atsumu estaba nervioso, apenado y avergonzado.

"¿Ustedes... Son amigos de él?" Inquirió, con las manos en las rodillas, nervioso.

"Sí. Yo soy su primo, Rintaro es del clan Inarizaki y está aquí con Shinzuke, que es amigo cercano del príncipe Kiyoomi." Respondió Motoya, amablemente. "Ustedes también son de los zorros, ¿No?"

"No." Respondió Suna, en su lugar. "Estos chicos ahora son propiedad de los lobos, ya lo oíste." Continuó, mientras pasaba minuciosamente el jabón por los hombros de Osamu. Frunció el ceño. El chico tenía la espalda recargada contra la pared de la bañera y ambos brazos sobre el borde. "Hey, enderézate. No soy tu criado." Aclaró, viendo al chico sobresaltarse en respuesta y acomodarse.

"Eres un aguafiestas." Motoya le sacó la lengua a Rintaro, aún animado y con diversión. "Deberíamos teñirlos. Así Kiyoomi los diferencia mejor y nos evitamos confusiones."

Era divertido. Motoya, desde que vio a Kita teñirse, quiso hacerlo con alguien. Pero no quería cambiar su cabello, así que era la oportunidad perfecta con la excusa perfecta. Sonrió.

"¿Uh? Suena bien." Suna asintió, apoyando la idea. "¿Tienes algún color que te guste, tú?" Inquirió Suna, hablándole a Osamu.

"Soy Osamu." Aclaró, con algo de recelo. "Sí. Gris."

"¿Y tú, Atsumu?" Preguntó Motoya, levantándose para ver al nombrado, que se avergonzó y apartó la mirada.

Estaba desnudo y siendo bañado por un extraño. No podían culparlo por estar cohibido.

"Blanco." Respondió, casi en un susurro. "Me gusta el blanco."

Motoya lo pensó unos instantes.

"Hm, no quedará blanco, pero poco a poco verás que queda así." Respondió, sonriente.

Una hora más tarde, Atsumu estaba enrollado en una bata de baño, con el cabello rubio y aún avergonzado. No podía creer lo que estaba sucediendo, ahora pertenecía a los lobos por un malentendido. Se sentía confundido pero sobretodo, estaba cansado.

La habitación que le habían asignado era grande y fría, con paredes en tonos rojos y una cama matrimonial dorada, cubierta con edredones blancos que parecían de plumas. El espejo con borde dorado le permitía ver su nuevo aspecto, y sonrió sin ganas al recordar que si seguía tiñéndolo podría quedar de su color favorito.

Cuando se sentó en la cama sintió que ésta se lo comería vivo. Era tan esponjosa que pudo llorar. En su vida había estado en una cama tan cómoda. Los Miya eran nobles, pero ni punto de comparación con los Sakusa. Su clan jamás se podría permitir esos lujos.
Pero estaba inquieto. Atsumu se sentía extraño, no podía explicarlo. Tenía un vacío en la boca del estómago que no lo dejaba encontrar acomodo en esa cama.

Se levantó, se calzó el par de pantuflas y salió de la habitación, caminando sin rumbo fijo.

Los pasillos del castillo eran largos y todas las puertas parecían iguales. La alfombra roja con toques dorados y las paredes blancas harían perder a cualquier persona, luego de un rato, Atsumu pensó que pasaba el mismo pasillo una y otra vez.

Las puertas blancas con manillas doradas eran perfectamente idénticas a las anteriores. No importaba cuanto doblara a la derecha o a la izquierda, Atsumu sentía que estaba en el mismo lugar.

Se rindió. Abrió una puerta y entró a la habitación, pero se dio cuenta de que no era la suya.

Esta habitación era mucho más grande. La cama estaba cubierta con edredones de pelaje de lobo, y tenía una serie de velos que podían impedir la vista al interior.

Atsumu no pensó. Estaba cansado, así que sólo arrastró los pies hasta la cama, y se tiró allí, enredándose entre aquellos pelajes que parecían abrazarlo, y jalando la cinta que soltaría los velos que impedían la vista al interior de aquel paraíso.





















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cap cortito pero el de la semana que viene será largote!! gracias por leer esta historia, cuídense y tomen agua!! 

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『 fox eyes ; sakuatsu 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora