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Kamari fue la primera en poder sentir la energía del príncipe que estaba por nacer. Con un cuidado que parecía no venir de aquel espíritu gigante en forma de lobo, acercó su húmeda nariz al vientre de la mujer del rey.

"Tendrás un hijo y se llamará Kiyoomi Sakusa." Había dicho el espíritu, dictando de esta manera el destino del pequeño.

Poco a poco, el espíritu comenzó a conectar con la criatura que crecía dentro de esa mujer. Podía ver su destino, sus deseos, podía ver su futuro y su presente. Kamari se había imprimado en ese niño. Una humillación, si le preguntaban. Un espíritu tan poderoso como ella, imprimándose en un descendiente de los lobos. Pero era una reacción natural en su especie, y no podía controlarla.

La noche que el niño nació, Kamari rompió todas las leyes de los espíritus, corriendo a la vez que el viejo de la luna iba extendiendo el hilo rojo del muchacho, buscando quién sería el alma gemela de su cachorro.

Entonces, y muchos kilómetros después, donde su pelaje blanco había sido ensuciado con la tierra y humedecido con el agua del río, Kamari irrumpió en la pequeña aldea de los descendientes de los zorros, el clan Inarizaki.

A Kamari le causó gracia. El destino no dejaba de sorprenderla.

El espíritu de casi metro y medio caminaba entre las casas siguiendo el hilo rojo, con la nariz en alto, buscando. Entonces, entró en una casa pequeña y deplorable, donde un hombre lloraba abrazado al cadáver de una mujer castaña, cuyas piernas estaban cubiertas de sangre.

Había muerto en el parto.

Las parteras contuvieron la respiración al reparar en la presencia del espíritu. Se arrodillaron en el suelo, postrándose, mostrando respeto. Pero Kamari las ignoró, caminando hacia el extremo del hilo rojo.

El hilo que sólo era visible en el plano espiritual estaba atado al dedo meñique de uno de los recién nacidos.

Al parecer, eran gemelos, y ambos ya tenían sus respectivos hilos rojos, cortesía del viejo de la luna, que trabajaba rápido.

Kamari acercó su húmeda nariz al pequeño que aún no abría los ojos. Inspiró profundamente, olfateando al niño, pudiendo ver de ésta manera en quién se convertiría.

Kamari lo miró por unos segundos antes de ver al otro niño, a quien olfateó de igual forma, antes de dirigirse al padre de los bebés, que era el líder del clan de los zorros.

"Estos niños van a llamarse Atsumu y Osamu. Los primogénitos del líder del clan Inarizaki. Atsumu Miya, desde este momento y en adelante, es propiedad de los lobos." Sentenció, mientras al otro lado del reino, nacía el pequeño Kiyoomi Sakusa.

『 fox eyes ; sakuatsu 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora