Amelia tembló por un minuto, no sabía qué hacer. Su padre le había rogado tomar distancia con respecto a los vecinos para no levantar sospechas el día que ellos por fin volvieran a casa, pero Mary y Bah habían tomado la decisión precipitada de invitarlos a su boda. ¿Qué diría George?, ¿Lo tomaría de mala manera? Seria de mala educación faltar al evento sin una buena razón, no podía decirles que no, ella los apreciaba, y estaba segura que su padre también.
Pensó rápido y guardó la invitación en el bolsillo de su falda, luego decidiría que hacer con su padre. Fingió una sonrisa y caminó rápido hacia él.
George se encontraba inspirado y concentrado esa mañana. Había sacado su escritorio fuera del granero con la esperanza de obtener luz natural que lo ayudase a ver mejor las diminutas piezas del reloj. Tenía todo casi listo, solo debía ajustarlas con precisión e intentar volver a casa con su hija. No quería perder la esperanza. Hacía esto por ella, le esperaba algo mejor en la actualidad, una vida que vivir, a comparación de él, que estaba volviéndose más viejo rápidamente.
Por momentos el aire le faltaba, se agitaba rápidamente y al final del día, el dolor en sus extremidades no lo dejaban dormir. Nunca se dio por vencido con la intención de reparar los relojes y volver a casa, quería estar con su hija. Debía estar con ella. No quería que permaneciera mucho tiempo allí, el tiempo la desgastaría al igual que él. Tampoco quería que se tomara el tiempo de notar su deterioro físico o su dolor. No necesitaba compasión, no cuando todo lo que ocurrió fue por su culpa.
A lo lejos vio como Amelia se acercaba rápidamente. Se enderezó del escritorio lo más rápido que pudo, limpio la tierra de sus manos y le regaló una sonrisa. Después de la noche anterior, no quería que existieran rencores entre ellos.
-¡Buenos días! – dijo eufórica. George se sorprendió. Había amanecido de buen humor.
-Buenos días – respondió con una falsa sonrisa, sintiendo el dolor en su espalda – ¿Desayunaste? Te dejé té y tostadas en la mesa.
-Si – asintió efusivamente – estaba delicioso. ¿Qué estás haciendo? Te vi aquí y quise venir a ayudar.
-Claro. Toma, siéntate – dijo ofreciéndole su asiento. La chica vigilaba sus movimientos como si entendiera lo que estaba pasando. El escritorio estaba repleto de papeles, piezas pequeñas y herramientas de trabajo – mira – ella se acercó un poco – estoy ajustando las piezas con la esperanza de que este tornillo encaje y ver si funciona.
-Entiendo...
-Ven – la chica se levantó de su asiento, acercándose a su padre - sostén justo aquí. Presiona fuerte, y yo giraré el otro destornillador – Amelia hizo lo que ordenó su padre. Segundos pasaron y ella continúo haciendo fuerza mientras George giraba lentamente el pequeño tornillo, cuando de a poco se incorporó regalándole una sonrisa – ok... Eso será suficiente – dijo con una risa que la chica gustosa acompañó. Su padre estaba feliz, sus manos temblaban y tenía sudor en la frente – bien... ¿Continuamos con el siguiente? – preguntó viendo feliz a su ayudante. La joven, con una sonrisa de oreja a oreja, asintió.
Esa mañana Gilbert amaneció más agradable de lo normal. Tanto Bash como Mary sabían las razones, aunque lo molestaron poco respecto a ello. Antes de irse a la escuela le dieron una tarea importante, llevar la invitación de boda a casa de sus vecinos. El joven aceptó gustoso. Tenía la esperanza de charlar brevemente con Amelia, pero no fue así.
Al no escuchar sonidos mediante se acercaba, supuso que los Durhaan aún estaban dormidos. En silencio, dejo dicha invitación en el tapete y corrió a la escuela.
ESTÁS LEYENDO
Its Time | Gilbert Blythe (Anne with an E)
Fanfiction¡ADVERTENCIA! Esta historia gira alrededor de la temática de viajes en el tiempo, lo que significa que tendrá momentos en la actualidad como en 1894. "Bienvenidos al pueblo de Avonlea". ¿Qué estaba viendo? No tenía sentido alguno. Hacia un segundo a...