🗡 GLAVA V 🗡

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Esa melodía... La conozco...

A lo lejos sonaba una melodía de piano sumamente hermosa, tranquilizante que conocía muy bien. La escuché mil veces en mi niñez y lo seguía haciendo ahora. Mi bisabuelo la tocaba. Mi padre la tocaba. Incluso mi Sapfirovyye glaza la tocó una vez para mí también. Era una melodía única. Usada por nuestra familia desde tiempos antiguos. Traspasada de generación en generación. 

Passacaglia in D minor, Buxtehude.

Abrí mis ojos de golpe. Y poco a poco sentí como mi conciencia volvía. Me dolía mucho el cuerpo, sobre todo mi cabeza, casi ni me podía mover. ¿En dónde estoy? Podía sentir cómo mi cuerpo se encontraba recostado en una cama, tapada con algún tipo de cobertor. Hace calor... ¿O es por mis heridas? ¿por qué estoy herida? ¿Qué pasó? Lo primero que vi fue un techo blanco perla, tardé un poco en enfocar bien la vista para girar un poco mi cabeza y ver paredes de un estilo rústico oscuro, parecía la sala de estar de una cabaña. Me incorporé un poco y fue el peor error que pude cometer, sentí un dolor horrible viajar desde mi cabeza hasta la punta de mis pies. Llevé mis manos a mi cabeza y me di cuenta que la parte trasera estaba vendada, miré hacia abajo y estaba vestida con pantalón de buzo gris y una camiseta manga larga holgada que me quedaba realmente gigante. ¿De quién es esta ropa? Tiene aroma al perfume de Sapfirovyye glaza. 

La melodía seguía su curso.

Pude notar una sombra por el rabillo de mi ojo y mi mirada rápidamente se enfocó hacia allí, en donde había una alta y fornida silueta sentado de espaldas frente a un enorme piano blanco en medio de la sala. Era un hombre, pero no podía distinguir de quién se trataba. Fruncí mi entrecejo al notar que era una sala de estar. Había un ventanal gigante en dónde se veía solo bosque frente al piano. La melodía se detuvo. Y el hombre se levantó. No podía ver su rostro a medida que avanzaba hacía mí, pero si su cuerpo vestido pulcramente con un traje gris de tres piezas y una camisa blanca. Un segundo. Ese tipo de trajes si los conozco. Son únicos en el mundo.

—Pensé que ya no ibas a despertar, ha pasado una semana.

Esa voz me golpeó fuerte en el pecho. 

Él se acercó y me dejó ver su rostro.

—Hola, malen'kiy.

Pequeña.

—Caym... —susurré al reconocerlo.

Eso lo molestó. Su ceño se frunció y una seriedad cubrió sus ojos grises.

—Por lo recuerdo, solías decirme "papá".

LA FLOR DE LA MUERTE © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora