|1| Práctica de tiros

15.9K 730 622
                                    

Ya habían pasado 2 meses desde que Gustabo se había integrado al Cuerpo Nacional de Policía de los Santos. Estaba completamente satisfecho con el hecho de estar trabajando junto a su mejor amigo, Horacio, a quien, más que un amigo, consideraba un hermano. Mejoraba cada vez más en su labor; su habilidad siempre fue la conducción. No había nadie con la habilidad suficiente para escapársele, aunque había algo que se lo complicaba un poco más, y eso era su puntería. Había abatido a muchos delincuentes, pero esperaba más de sí mismo. No era lo suficientemente ágil disparando en comparación con Horacio. Estaba orgulloso de él al ver lo feliz que era al abatir siempre a los tiradores y delincuentes en general, pero él también debía mejorar. Se terminaba frustrando siempre en los tiroteos de los códigos tres.

Al otro lado de la acera, Jack observaba a sus alumnos abatir a los criminales de aquel badulaque, pero le fue notoria la frustración que cargaba el rubio ojiazul al no ser certero con sus tiros. Lo notó en la posición de sus piernas, en la forma de agarrar su arma, en su respiración. Podía percibir desde lejos lo que causaba que no fuera preciso en sus tiros. Estaba dispuesto a ayudarlo puesto que era consciente de que era uno de los mejores tiradores, y no lo iba a negar. Quería acercarse más al chico, cosa que le preocupaba ya que nunca fue de acercarse a las personas, pero desde que conoció a Gustabo sentía la extraña necesidad de tenerlo cerca y querer protegerlo. 

—¿Qué coño me pasa, yo no soy así?— Pensó. Pero eso no iba a impedir ofrecerle su ayuda con su problema, dado que, al fin y al cabo, él era el superintendente y debía entrenar a sus alumnos.

Por fin había terminado el tedioso código 3, resultando con éxito. Gustabo y Horacio se encontraban festejando como siempre lo hacían.

—¡OLÉ, otro éxito más!— decían ambos contentos.

—¿Nos vamos o qué?— preguntó Gustabo a Horacio.

—Vamos, que quiero ver a mi comisario Bombón— le contestó sonriente.

—¿Joder, ustedes no se despegan nunca o cómo va la cosa?— cuestionó Gustabo. No olvidaba cómo hacía un par de semanas atrás su hermano se le declaró al comisario y, al contrario de lo que creía, este correspondió a sus sentimientos. Estaba muy feliz por su Mejor Amigo dado que por fin podía amar libremente y era correspondido. Se notaba cómo ambos se querían mucho y el comisario lo hacía feliz. Saber eso era suficiente para su hermano, que estaba feliz con eso. Aunque debía admitir que cierta envidia sentía, ya que él fue capaz de confesar su amor hacia la persona que le gustaba, cosa que él nunca podría hacer ya que se fijó en la única persona con la cual nunca podría conseguir algo, su jefe. Gustabo consideraba totalmente imposible que un hombre tan elegante, fuerte y de buen estatus social, se fijara en él, un simple alumno recién llegado directamente desde lo más bajo, apenas y pudo empezar a pagar un lugar decente para vivir, o más bien sobrevivir, hace muy poco tiempo, estaba apenas empezando a salir adelante. Pero es que no podía evitarlo, no podía evitar esa atracción hacia su jefe. Siempre se mostraba indiferente ante él, por miedo a ser descubierto y ser terriblemente juzgado por él, eso le dolería demasiado. "Soy un estúpido, debería dejar de pensar en eso, no es una opción válida para mí", pensó.

—Pues qué quieres, es lo que tiene estar enamorado, pasas unas horas alejado y ya lo extrañas, cosas del amor— le contestó, sacándolo de sus pensamientos.

—Ya... bien que luego al estar juntos se la pasan "odiandose" — Comenta remarcando las comillos al aire con sus dedos.

—Es nuestro "lenguaje de amor" — Horacio imita las comillas hechas por Gustabo con gracia — Ya lo entenderás.

—Pues vamos entonces, anda.

Ambos fueron al patrulla para retirarse ya que otros alumnos se estaban encargando de los correspondientes códigos 5 de los sujetos. Horacio ya había subido de conductor y cuando Gustabo iba a entrar del lado del copiloto, un "Gustabo, espera" lo detuvo en sus acciones. Sus nervios empezaron a subir al ver que quien lo llamaba se trataba del Superintendente, simplemente verlo lo alteraba porque a pesar de no demostrar nada ante él, no podía evitarlo, su presencia lo alteraba mucho.

By your side - IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora