Controló su respiración y salió directamente de la comisaría hacia su casa. Al llegar, revisó su móvil y encontró los habituales mensajes de Horacio, quien le informaba sobre sus citas con el comisario u otros asuntos, además de preguntarle cómo estaba y desearle que se cuidara. Gustabo estaba acostumbrado a estos mensajes, así que simplemente respondió con algunos emoticonos para indicar que estaba bien y no había problema.
Esperaba el taxi en la esquina de la comisaría, ya que todavía no se había comprado un coche propio para manejarse fuera de servicio. Mientras esperaba tranquilamente sentado, vio a lo lejos al Superintendente subirse a su lujoso coche. Se veía tan imponente como siempre.El solo verlo lo dejó en las nubes.
Jack había salido de la sala de tiros para realizar su 10-10 del día, ya que estaba muy cansado y no solía tomar descansos. Sin embargo, se sentía demasiado tenso como para seguir trabajando, así que simplemente revisó si tenía pendientes, ordenó su escritorio antes de retirarse y avisó que salía. Se dirigió al estacionamiento de la comisaría, reflexionando sobre cómo habría disfrutado compartir una copa con Gustabo o simplemente pasar tiempo juntos fuera del trabajo. Al subirse a su coche, encendió el motor y observó por el retrovisor, percatándose de que Gustabo estaba en la parada observándolo. Sonrió y se dirigió con su coche hacia él.
Gustabo estaba absorto en sus pensamientos, recordando cómo Jack sostenía su mano, colocaba sus manos en su cintura y apoyaba su mentón en sus hombros. Estaba tan distraído que no se dio cuenta de que Jack, el hombre que ocupaba sus pensamientos, estaba justo frente a él en su coche.
—Ey, ¿qué haces aquí tan tarde? Anda, ven que te llevo. Hace frío y habías dicho que no te sentías muy bien, ¿no?
—Muchas gracias por el ofrecimiento, pero ya llamé a un taxi. Debe de estar a medio camino— Se excusó apenado. Le hubiera encantado poder ir con él, a pesar de que lo ponía nervioso. Amaba su compañía.
—Vale, pues entonces espero aquí contigo, para que no estés solo.
—Pero... — No le dio tiempo a decir nada más, puesto que ya había apagado su coche y bajado de este, sentándose a su lado.
—No era necesario que hiciera esto, de verdad se lo digo — dijo regalándole una sonrisa sincera. En sus mejillas se podía notar un leve sonrojo por el nerviosismo de la cercanía del otro.
—Bueno, yo quería compartir un trago contigo en algún lugar, pero como no se pudo, pues no importa que sea aquí — dijo acompañado de una risa.
—Me hubiera gustado mucho acompañarlo, pero de verdad me siento algo mal, así que preferí no ir. Arruina un poco el ambiente si alguien no se encuentra del todo bien — No mentía. Desde que le había propuesto tener la clase de tiros, sintió como si su presión desendiera a niveles infrahumanos y su estómago se revolviera por el nerviosismo.
—No, tranquilo, que yo te entiendo, pero igual el trago queda pendiente, ¿eh? No vendría mal tener una buena compañía — dijo regalándole una blanca sonrisa, demasiado hermosa a los ojos de Gustabo.
"¿Acaso dijo que yo soy una buena compañía?" Se preguntó Gustabo a sí mismo en sus pensamientos.
—Bueno, puesto que mañana tengo el día libre, podríamos tomar el trago a la hora que usted diga, ¿le parece? — dijo con un tono de nerviosismo, pero siempre devolviéndole la sonrisa.
—A mí me parece estupendo. Entonces mañana quedamos. No te preocupes que te aviso la hora y te paso a buscar, ¿vale?
—Por supuesto. Quedamos así entonces.
—Sí, sí. ¡Uy! Al parecer ya llegó tu taxi — comentó, apuntando hacia el lugar donde se divisaba el taxi llegando.
—Sí, ese es el mío — Le dio una sonrisa amplia y se levantó. —Muchas gracias por acompañarme a esperarlo. Nos vemos mañana entonces.
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By your side - Intenabo
RomanceEn las concurridas calles de Los Santos, donde la sombra de la ley se entrelazaba con los susurros de los deseos más profundos, dos almas destinadas a encontrarse estaban a punto de comenzar un camino inesperado. El Superintendente Jack Conway era c...