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"Enamorarse del diablo puede ser doloroso."

―Angie

-Lo sabía.- Murmuré, cerrando mis puños con fuerza.- Claro que lo sabía.- Reafirmé, dejando que mi frente chocara contra la metálica y fría puerta del casillero.  

Desde hacía años que lo sabía, incluso desde antes que ella pusiera su mirada en mí.
Brisa Dominguez no era la chica indicada para mí. ¡Y maldita sea que lo tenía claro! Era tan sencillo como la regla de tres simples. Ella jamás se fijaría en mí. La sabelotodo que no habla más que para responder una pregunta del profesor. Esa era yo. ¿Y ella? La chica más linda de todo Buenos Aires.

¡El mismísimo diablo vestido de ángel!.

¿Por qué me había enamorado de ella? Hacerme la pregunta una y otra vez no me ayudaba a encontrar la respuesta, sin embargo. Podía decir que me había comenzado a gustar el primer año de preparatoria, cuando ella fingía no escuchar los hirientes comentarios que se decían sobre su vida, pero que yo podía ver que le afectaban tanto como si le estuviesen atravesando su débil cuerpo. O quizás me habían gustado sus enormes ojos chocolates, y sus pestañas largas y curvas. O tal vez eran sus hoyuelos los que me atraían más, esos que se formaban en sus mejillas cada vez que reía con sinceridad. O a lo mejor era toda ella la que me gustaba. No sabría decirlo exactamente.  

Pero maldita fuese la hora en que una parte de ella me había parecido merecedora de mi atención. Brisa estaba y siempre estaría fuera de mi camino, tanto así como yo del suyo.

Abrí mi casillero, saqué mis libros de Literatura, y me dirigí a la biblioteca. No tenía caso que fuese a la clase de Historia si no tenía mis cuadernos y libros de esa materia, y tampoco tenía caso que volviera al salón. Quiero decir, estaba segura que las risas serían más estruendosas al ver entrar a la niña llorona. Y por supuesto, no tenía ganas de recibir otra palabra más de Brisa.  

Ella estaba lejos de ser mi chica, y aunque no quise asumirlo cuando me insultó frente a toda la clase, era hora de olvidarme de ella.  

Brisa era a quien debía evitar a toda costa.  

Para siempre.

Estúpida AngieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora