El Odioso de mi Primo (Parte 4)

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Si... Ya sé, ya sé... He tardado un siglo en actualizar, y lo siento, la verdad he estado muy corta de inspiración como para hacerlo. Algo así como un bloqueo creativo.
Pero, pero, pero... Para compensarlo aquí les traigo un capítulo más de "El Odioso de mi Primo".
Así que sin más, espero que les guste...😉

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Me encontraba con el culo en pompa mientras sentía estrellarse una y otra vez aquella recia chancla de mi madre sobre mi ya muy adolorido trasero. Parecía que está azotaina no iba a terminar nunca.
A más del dolor insoportable que sentía en mi trasero, la humillación de encontrarme con el culo desnudo sobre las rodillas del Odioso de mi primo era lo peor..... sí, escucharon bien... No estaba sobre las rodillas de mi madre, sino sobre las de mi primo. Era él quien se estaba encargando de que mi trasero quedará más rojo que un tomate bien maduro.

Ya habían pasado más de dos meses desde aquel horrible y humillante día en que mi mamá me había castigado por primera vez frente a mi primo.
Desde entonces mi vida había sido una constante tortura puesto que mi madre le pareció buena idea que desde ese día mi primo contribuya con mi "formación" pues según ella yo había entrado en la etapa de la "rebeldía" y fue así como me convertí en la sirvienta de mi primo ya que si no hacía todo lo que mi primo quería al llegar mi mamá del trabajo él me acusaba injustamente inventando toda clase de mentiras diciendo cosas que nunca había hecho o palabras que jamás había dicho... Bueno, en ocasiones si eran verdad... Pero por lo menos el 70% de acusaciones eran falsas.

Lo peor de todo es que mi mamá le creía todo, sí literalmente todo.

Muchas veces Sebastián me grabó diciendo unas cuantas palabrotas y lo editó poniendo su voz diciéndome con mucha paciencia que no debería hablar así y luego como respuesta yo le decia ándate a la.... Y hasta ahí llegaba la grabación.
Según él no grabó el resto porque yo le había lanzado algo o lo había golpeado y no pudo seguir grabando más.

Otras veces decía que me había salido sin avisar y que toda la tarde había pasado quien sabe dónde y que había regresado unos minutos antes que mamá.
Incluso llegó hasta a pagarle a uno de mis compañeros de mi clase (el cuál aún no descubro quien es) para estar al pendiente de todas mis notas para acusarme con mamá cada que reprobaba una lección o no cumplía con una tarea.

Cada que lo hacía yo terminaba sobre las rodillas de mamá, o peor aún sobre las de mi primo recibiendo una tunda a culo visto, pues mi primo había convencido a mamá que era mejor que recibiera siempre mis castigos sin ningún tipo de protección, pues al estar mi piel descubierta así podrían verificar que el castigo sea justo sin que se les pasara la mano y causar alguna lesión o sin ser muy blandos para mi edad, ya que según él, los castigos con la intensidad con los que los había estado recibiendo no estaban haciendo efecto, pues eran como para una niña pequeña y que yo ya estaba creciendo y necesitaba un poco más de severidad sobre mi trasero.

Desgraciadamente mi primo Sebastián logró ganarse la confianza de mamá y a la hora de castigarme convencía a mamá de que ella ya estaba muy cansada del trabajo como para tener que lidiar con mi supuesta etapa de rebeldía y así casi siempre era él quien me castigaba en la sala mientras mamá se limitaba a toma un té relajante.

Al principio esto sucedía aproximadamente cuatro o cinco veces por semana, pero para este entonces lograba castigarme una o máximo dos veces por semana, ya que yo había optado por hacer todo lo que él me decía desde hacer sus tareas de la casa, cubrirlo cuando salga y hasta masajear sus pies con crema.... todo con tal de no terminar sobre sus rodillas con el culo hirviendo.
Pues aparte de lo humillante que era, él realmente usaba mucha más fuerza de la que usaba mi mamá y no paraba hasta dejarme el trasero de un color rojo brillante.

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