Oscuridad, el negro inundaba el cielo. No era el negro típico de una noche estrellada, era una tonalidad completamente distinta a la tranquilidad que podría aportar aquellas lejanas estrellas y su manto. Era asfixiante, abrumador y aterrador; el humo de la guerra inundaba todo aquello que la vista podía alcanzar a ver, aprisionándolos en una oleada de pánico e incertidumbre. Todo acompañado de esa orquesta sinfónica tan tétrica; Los gritos eran agudos como violines, las bombas retumbaban en el suelo como tambores, los disparos y balazos simplemente eran las voces a coro de aquella banda musical, que de vez en cuando desafinaban por el sonido tan abierto y profundo de un alma menos en ese mundo, eran silenciosos. Caos.
Todo ocurría de manera tan horriblemente impactante, que los cimientos de una casa cercana a donde sería el desenlace de una de las mayores batallas, temblaban, chirriaban angustiados. La luz roja y amarilla impactaba de lleno en los rostros de aquellos dos muchachos inmóviles, quienes solo picaban los ojos cuando una gota de sudor frío caía de sus frentes, o cuando la luz de otra nueva colisión golpeaba sus pupilas. Sus trajes negros, listos para la batalla, estaban teñidos de sangre, al igual que sus armas "anti-humanas", pringadas de pequeñas gotas carmesí.
El joven de menor altura temblaba, aunque su expresión impasible no tornaba ninguna emoción. No porque no la tuviera, solo no comprendía del todo que era aquel escenario. Estaba cansado y aterrorizado, pero sobretodo confundido. Como soldado de la legión debía llevar sus alas impuestas en sus hombros con honor, debía buscar la libertad, pero el mismo sabía que no se las merecía ni las quería, pesaban demasiado para alguien que ni siquiera sabía por qué luchaba. Era de tez rosada, mejillas redondeadas, cabellera morena y atolondrada, que con el tiempo le había crecido hasta quedar por debajo de sus orejas sin ningún tipo de cuidado, no tenía fuerzas, ni voluntad, ni motivo para hacerlo. Sus enormes ojos azules, como el mar que tanto le había costado ver durante todos los años en el cuerpo, descansaban sobre unas oscuras ojeras liliáceas, que casi podrían llegar hasta su nariz respingona. Y para finalizar toda su cara era adornada por una pequeña pelusa, que denominaba barba de tres días
Por el contrario el otro joven no se movía ni un milímetro, no tenía tanto temor, o por lo menos no lo quería demostrar delante de aquel que parecía ser el menos capacitado para sobrellevar tanta carga emocional. Sus cabellos rubio ceniza eran opacados por la ceniza real del ambiente, a su vez que eran sujetados por una pequeña coleta sobre su nuca, dándole un aire más cuidado que su compañero. Iris ámbar, parecido al de las chispas que salían despedidas de las llamas, confundiéndose entre ellas. Poseía rasgos más delgados y refinados que su aliado, con nariz afilada, fina y aguileña. Aunque como su compañero sus grandes ojos también eran rodeados por ojeras profundas y marcadas. La confusión se había apoderado de sus sueños, y la incertidumbre de sus pesadillas. Pues la sensación de que nada acabaría con un final feliz estaba presente siempre.
Irrumpiendo la voz de la batalla, el más bajo de ambos habló sin apartar la mirada de la ventana en la que los dos miraban desde el interior de la vivienda.
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El querer de un soldado; el deber de un guerrero //reiner braun x tu//
Fanfiction"Querer y deber", palabras, acciones enemigas acérrimas, que chocan entre si en este mar que llamamos pensamientos, produciendo odio, produciendo dolor, amor, cariño, desesperación, y una guerra interna. En un mundo tan cruel el soldado debe protege...