Cap 3: Après la fète

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(Después de la fiesta)

Adrien

Su suave mano tomó instintivamente la mía, apenas comenzamos a elevarnos. En cuanto sentí el roce de su piel, una corriente eléctrica se extendió por mi cuerpo como un relámpago. Mis ojos buscaron los suyos.

Marinette se veía nerviosa, su piel clara resplandecía a la luz de la luna y sus ojos se veían inusualmente profundos. Cuánto más la miraba, más me perdía en sus océanos, y mi voluntad me abandonaba. Por unos segundos no supe que hacer, o qué decir. Me sentí tonto, y desubicado. Recordé de pronto mi poca experiencia con chicas de mi edad y me sentí inseguro. ¿Pero quien no se sentiría así, si estuviera en mi situación? Flotando a varios metros del suelo, en compañía de una hermosa mujer.

Trague grueso y trate de pensar en mi amistad con Marinette, incluso en Ladybug, pero mi cerebro no funcionaba. Estaba aturdido por el azul profundo de sus ojos.

Unas notas musicales muy suaves llegaron a mis oídos y las reconocí en el acto. ¿Acaso el destino estaba tratando de decirme algo? Miré levemente hacia abajo y vi una joven con una guitarra tocando nuestra canción.

—"Nuestra canción... "

Marinette adelante mío parecía asustada...

—Es la canción que bailamos en la fiesta de Cloe. ¿Recuerdas?
—Oh sí —Contestó ella sonrojándose
—Entonces ¿Bailamos?

Extendí mi mano para que ella la tomara pero por el contrario, realizó un movimiento brusco y comenzó a alejarse lentamente. Pero esta vez yo no iba a dejar que se escapara. No cuando estábamos los dos solos flotando delante de la brillante luna llena. Tome su mano con firmeza y la atraje hacia mi cuerpo, rodeándola con mis brazos.

Sentí su delicada figura temblar sutilmente frente a mi agarre. Sus ojos me miraban entre asombrados y asustados, y sus manos se mantenían tiesas entre las mías. No quería incomodarla, pero una irresponsable necesidad de sentir su cuerpo cerca del mío se había apropiado de mi. Suavice mi mirada, dándole a entender que todo estaría bien, y afortunadamente ella respondió aceptando mi abrazo.

Cundo la sentí aproximarse, mi corazón saltó en mi pecho y comenzó a correr desbocado. Latía tan fuerte que por un momento tuve miedo de que Mari también lo escuchara. Un hormigueo constante y placentero comenzó a extenderse por toda mi piel concentrándose en mi entrepierna. Su calor me estaba enloqueciendo, la suavidad de su pelo rozando mi cuello era irresistible. Tenía que tranquilizarme, o si no las cosas se iban a poner algo... incómodas entre nosotros.

En un intento por detener esa catarata de sensaciones intente respirar, pero al hacerlo su perfume invadió mis fosas nasales. Un sutil aroma a vainilla, dulce y delicado, tal como ella misma. Volví a respirar profundo, pero esta vez buscando embriagarme de su aroma.

Sus brazos rodeaban mi cuello, y yo la abrazaba a ella por la espalda ciñendo su figura a la mía. Y a pesar de que todo mi cuerpo parecía arder, no quería separarme ni un milímetro del cuerpo de "mi amiga". Mierda. ¿Acaso eso era lo que hacían los amigos? ¿Acaso eso sentían?

No tenía las respuestas para esas preguntas y no parecía estar cerca de contestarlas esa noche. Peor aún, el tiempo siguió avanzando y tan de repente como todo comenzó, tuvo que llegar a su fin. El efecto del hotdog terminó, y sentimos cómo ambos descendíamos lentamente, aunque aún no queríamos soltarnos.

Mis pies tocaron el suelo, pero seguí abrazándola girando sobre mi propio eje. Sentía las miradas de mis compañeros sobre nosotros, pero me negaba a abrir los ojos. La música terminó y sentí el agarre de Mari aflojarse, su pequeño cuerpo se separó un poco del mío y no tuve más remedio que aceptar que era el momento de volver a la realidad.

En las calles de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora