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Hwanwoong entró a su casa hecho un manojo de furia, tuvo que resignarse a no cerrar la puerta con fuerza, el pobre objeto inanimado no tenía la culpa de las idioteces que salían de la boca de Ravn. Estaba enojado, la palabra quedaba corta a lo que estaba experimentando. 

Subió las escaleras hasta llegar a su habitación, abrió la puerta y entró lanzando la mochila contra la pared.



-Ravn es un imbécil, es un idiota, un estúpido... ¡Descerebrado!- apretó la mandíbula.



Desordenó su cabello rubio con las manos invasivas. 

Estaba tan molesto con las respuestas que recibió de Ravn que, con tan sólo oírlo, se descolocó y reaccionó impulsivamente. No era su intención insultarlo, pero creyó encontrarse en su derecho por cómo le respondió el canadiense, mostrando que realmente iba a aceptar sólo para darle el gusto. 

Lo único que buscaba era que Ravn tuviera una buena relación con su padre; el único miembro de su familia que, hasta ahora, estaba al tanto de su relación y que, posiblemente, sea el único que la pruebe. 

Era importante, más que importante, era muy significativo para Hwanwoong que sucediera. Ravn no lo entendía, como él tiene la aprobación de sus padres no sabe ponerse dentro de sus zapatos, un lugar en donde era difícil e imposible tener un dedo pulgar levantado en signo de apoyo. 

Era frustrante, Ravn le frustraba.  

Se detuvo desorientado, viendo directo hacia su ventana que daba directo a la habitación de Ravn. Negó con los labios sellados yendo a cerrar la ventana y cortina, por hoy quería bloquear todo contacto con su novio, si lo veía ahora, estallaría a decirle todo lo que no pudo decirle cuando lo tuvo de frente, sería peor, terminaría peor. 

-Él no entiende- se dijo así mismo dando la vuelta para quitarse el uniforme de la escuela-. Pude tratarlo mejor- pensó desabrochando el saco amarillo, volvió a negar-. Se lo merecía.

Terminó de quitarse el uniforme para ponerse prendas más cómodas, agarró el disfuncional teléfono que su padre le compró a contratiempo y se sentó en su cama. Dejó el aparato sobre las sábanas, mirándolo expectante. 

¿Cuánto habrá pasado desde que se peleó con Ravn?

¿Una hora tal vez? 

Muy poco tiempo, era de lo que estaba seguro. Se sentía eterno, no podía estar molesto con Ravn por mucho, pero debía aguantar y hacer que él reflexione bien sobre las palabras incorrectas que dijo. 

Esperaría a que, por lo menos, él se dignara a llamarlo para pedirle disculpas. Seguía mirando su teléfono, pero nada. Frunció el ceño. 



-Llámame- soltó con tono enojado- Sé que eres orgulloso para admitir tus errores, pero yo también lo soy y no voy a llamarte. 



La pantalla del teléfono se encendió e "3 minute treasure" de asahi y junkyu comenzó a sonar. Si Hwanwoong tuviese cola, estaba seguro que se encontraría como loca detrás de su espalda. Puchereó al ver que no era Ravn, sino un número desconocido. 

Se resignó rodando los ojos, si contestaba en cualquier momento Ravn podría llamarlo y no podría responderle por estar atendiendo una llamada de un número desconocido. Aunque tenía curiosidad. 

Agarró el teléfono y deslizó el dedo sobre el botón verde, contestó y lo colocó contra su oreja, hablo: 



-¿Diga?- Hwanwoong se inclinó para recostarse sobre su estómago sobre la cama- ¿Quién es?

Mom, i'm gay too | ravnwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora