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Hwanwoong seguía oyendo los desenfrenados gritos por parte de su madre, mas su padre también se oía detrás de la puerta, se notaba el énfasis que tenía en querer alejar a la mujer de ahí. Ahora lo entendía más que bien, su madre lo odiaba, no cabía duda al respecto. 

Oír lo cruel que podía llegar a ser, la inconsciencia al momento de lanzar palabras cortantes que sin piedad lo golpeaban, lastimándolo, le demostraba qué tipo de persona lo había criado. Su propia madre, aquella mujer que le dio la vida, y que ahora se hallaba afuera de su habitación declamando y asegurando que estaba enfermo.

Dolía como nada en el mundo, podía vivir con el rechazo de algunos fuera de su casa, en la sociedad siempre existirá gente con una mentalidad cuadrada que sólo se limita a criticarte por le hecho de buscar tu felicidad en otras cosas. Hwanwoong lo aguantaba, en la calle, lo soportaba haciéndole oídos sordos a cada comentario que fuese discriminador. 

No le afectaba, él podía seguir su vida sabiendo que esa gente, tal vez, sentía celos. No los vería jamás, él podría continuar.

Pero en este caso era su madre. Jamás se sabe lo que es un verdadero dolor cuando tu madre te trata de tal forma; que estás enfermo, que posees una "condición" poco natural, llamándote de formas pulcras para denigrarte al punto de hacerte llorar, al extremo de tener que decir "él no es mi hijo"

Hwanwoong podía ser una persona que pasa por sobre los pensamientos y opiniones ajenas, él lo aceptaba, a veces hasta soberbio podía llegar a ser. Nada en su actitud tan dura podía anular y dejar pasar el rechazo materno. Creyó que podría aguantar cuando este día llegase, no era lo mismo imaginarlo que vivirlo, todo en carne y hueso era más pesado.

Ella lo odiaba, lo odiaba sólo por no querer estar con alguien que jamás le hará feliz. Ravn lo hacía feliz, le alegraba y le hacía pensar fuera de la mierda que vivía; la presión familiar, el miedo por ser descubierto, tener que cumplir caprichos que no quiere, estar obligado a vivir dentro de un margen para que los otros no hablaran de más, acatar lo panes de vida que si madre impone para su futuro.

Quería dejar de escuchar y presenciar el odio de su madre. Deseaba salir y decirle que, orgullosamente, aceptaba ser gay, que tenía la mejor relación de las relaciones con un maravilloso que le ha dado todo lo que ella jamás podrá darle; amor y entendimiento, apoyó, Ravn era su principal pilar en su día a día.

Sonaba tan sencillo en su mente, pero a la vez tan complicado. Aún lloraba en brazos de Ravn pidiendo que se detuviera, se sentía como el peor ser humano en la faz de la tierra, su madre de hacia creer eso.

-¿Se ha ido?- murmuró Hwanwoong al escuchar los pasos alejarse, los gritos seguían, pero ahora se sentían lejanos- Ravn- lo llamó al no oírlo, se removió alzando el rostro para verle.

Ravn estaba quieto mirando fijamente hacia delante sin mencionar nada, él estaba metido en un trance. La voz de Hwanwoong  lo hizo bajar la vista, sonrió pequeño antes de acariciar la piel de su mejilla empapada. Ravn seguía oyendo a la madre de Hwanwoong, la discusión se mantenía entre sus padres, pero en la sala.

El canadiense tomó las manos de su novio que seguía con los ojos asustados, brillando. Éstas las juntó para besarla antes de soltarlas y abrazarlo en modo de protección, adolorido.

-Nadie te hará daño mientras yo esté aquí, Hwanwoong- Ravn lo mantuvo entre sus brazos, entregándole su calor.

-Tengo que hablar con ella- balbuceo sorbiendo su nariz, empapó la playera delgada de Ravn-. Debo explicarle, tengo que decirle todo lo que realmente pasa.

-No ahora, sé que tienes que hablar con ella, pero en este momento se encuentra intratable- negó el canadiense enredando sus dedos entre los cabellos rubios de Hwanwoong.

Mom, i'm gay too | ravnwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora