Epilogo

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Epilogo

─ ¡Mama! — La pandita se abrazaba a las piernas de la maestra. — ¡Ryu y Zan no nos dejan jugar con ellos!

— ¡Papi! Lin tiene razón — Xia apareció por detrás de su hermana mayor.

Po dejo de cocinar y Tigresa, que se encontraba sentada, se paró y alzo a la mayor de sus hijas.

— Con que así, ¿eh? — El panda soltó una pequeña carcajada, mientras alzaba a la tigresita.

— Bueno, mis niñas — continúo Tigresa— ya vamos a hablar con ellos.

«Que grandes están…—Pensó Po —El tiempo pasa volando.»

Y Po estaba en lo cierto. Cuatro años y medio habían pasado ya desde su nacimiento. Los cachorros, junto con Zan obviamente, se podría decir que se volvieron la luz y alegría del palacio.

Rápidamente a Ryu y a Xia le crecieron los colmillos, y de a poco sus rayas se fueron intensificando a un color más fuerte, dándole así la majestuosidad y belleza que solo un tigre puede tener.

Los cuatro se volvieron muy unidos, y muy traviesos por cierto. Casi siempre alguien los encontraba haciendo siempre de las suyas.

La mayoría de los integrantes del palacio creyeron que los bebés serian un poco más tranquilos, dado la personalidad de la Madre, pero no fue así, ósea que ganaron los genes paternos; Por lo menos el palacio seguía en orden hasta que comenzaron a dar sus primeros pasos, y los colmillos empezaron a brotar.

~FlashBack~

Era un día normal, Po, Tigresa, Vibora, Grulla y Shifu habían partido a la mañana a una misión, mientras tanto Mono y Mantis cuidarían a los cachorros.

Los tres hermanos tenían alrededor de 2 años recién cumplidos y Zan 8 años. Los cuatro se encontraban en el almacén del palacio (*).

— C-Chicos… Ap-puren! — Zan,que había crecido unos cuantos centimentros, se encontraba haciéndole caballito (o turucuto (*) a Ryu, que al mismo tiempo le hacia turucuto a Xia y está a Lin.

¿Cuál era el plan? Simple, conseguir la galletas de su tío Mono.

La pandita estaba a punto de lograr alcanzar las preciadas galletas pero…

— ¡Aaah! —Cuatro gritos agudos ahogaron la sala seguidos por todos los jarrones que se hacían pedacitos, haciendo quedar a los hermanos bajo los escombros.

Unos segundos luego, Lin pudo salir, victoriosa, con un jarroncito lleno de las galletas.

Mono, con Mantis en el hombro, llegaron de inmediato al escuchar el estruendo.

— ¡Chicos! — Gritó Mono, mientras el insecto sacaba de los escombros a Xia, Ryu y Zan, al mismo tiempo que el primate alzaba en sus hombros a Lin. — Saben que solamente me podrían haber pedido las galletas, cierto? ¡Y listo!

— Perdón... — Susurro Zan de la mano de sus hermanos.

— P-Pergom... — Trato de decir la pequeña con la galleta en la boca.

Los maestros se rieron a lo bajo.

—No importa —Dijo Mantis. — pero mejor vamos que si no su madre nos mata por haberlos perdido de vista.

Si bien los 3 pequeños eran un tanto callados en algunas ocasiones, digamos que había como un código de mirada entre ellos, y esa mirada, incluida la de su hermano mayor, Zan, decía que no querían ver a su madre enojada.

Ryu, en un leve descuido de si tío Mono, mientras salían de la sala, se puso a jugar con la cola del nombrado; Y mientras jugaba, accidentalmente el tigresito se tropezó y con sus colmillitos recién salidos pero no muy filosos digamos que...

¡Misión¡: Conquistando A MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora