O n c e

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Conozco a Edward desde hace mucho. Coincidimos en una clase de música a los 17 y la compartimos hasta que él se dio cuenta que no tenía talento para eso.

Su tío es dueño de una linda cafetería y yo suelo ir los viernes a charlar con Edward. Además, su hermana hace las mejores galletas del mundo.

Quiero invitar a Dulce un día (tal vez hoy) Edward estaría feliz de conocerla.

Se sienta en su lugar y veo que saca algo de su bolso.

Extiende una pequeña cajita hacia mí, mirandome hasta yo volteo a verla.

“Es un agradecimiento por la rosa de ayer” Como yo no reacciono, deja la caja en mi pierna. La abro lentamente y veo algunas plumas para guitarra.

“Supuse que tocas guitarra” se encogió su hombros y miró a su cuaderno “No solo por tu estilo roquero sino que traes muchas ampollas en las manos y tienes colgantes de blink-182”

“ ¿Me estás juzgando por mi apariencia?” Pregunto con un tono divertido. Ella lo nota porque ríe con levedad.

“Como si tú no hubieras hecho lo mismo conmigo” Su voz es suave, casi flota en el aire hasta llegar a mí “Además, solo soy observadora”

No dice nada más en toda la tarde. Yo tampoco digo nada.
Ni gracias, ni nada.

Las palabras parecen innecesarias de pronto.

Dulce Raquel (Tres)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora