Capítulo 08

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Murmullos se escuchaban a lo lejos y el duro y frío edredón que callaba mis huesos congelándome fue lo que me despertó, mis ojos pesaban y por más que intentase no podría abrirlos del todo, yo solo quería volver a acostarme y dejar de tener frío, normalmente yo soy la que da frio no la que lo sufre.

Lentamente volví a acostarme, pero lo único que encontré fue el duro suelo, con un frío abrasador que sentía que sufriría hipotermia muy pronto, eso hizo me hizo caer en cuenta lo que pasaba.

No eran murmullos, eran gritos de agonía, el frío que sentí no era porque dejé la ventana abierta, ni lo duro que sentía era un colchón, sino el piso del tártaro.

Por fin pude abrir los ojos pero no pude ver nada, la oscuridad lo abarcaba por completo impidiéndome ver lo que había a mi alrededor, estaba a oscuras.

El tártaro es una de las prisiones de mi padre en donde los dioses meten a sus enemigos, es la parte más oscura y profunda del Infierno, o el Hades, y tal lejana de mi padre como la tierra del cielo, el no podrá ayudarme, aunque seguramente el me haya traído.

No tenía ni idea de cómo o por qué llegué aquí, existe la posibilidad de que mi padre me haya traído, pero ¿Perqué ahora? ¿Que gana con eso?

Además, el antes en mis sueños me a traído al inframundo, pero siempre trataba de que estuviera lo más alejada de él.

Solo había entrado una vez en todo mi vida, cuando era pequeña siempre venía aquí, era como si algo me atraerá hasta aquí, solo me quedaba en las puertas de este, nunca podía entrar porque mi padre hacía que diera media vuelta y regresara.

El tartado tiene unas puertas que cualquiera puede entrar y salir siempre y cuando no esté en ninguna celda, que claramente yo no puedo abrir cuando quiera.

Esto era claramente un sueño, conozco a la perfección los síntomas que debería tener y lo único que tengo es frío.

Fracase intentado hacer un viaje sombra, si estaba rodeada de sombra lo que debería ayudarme a convertirme en una más fácil, pero usarlo me cansa y en estos momentos casi no tengo Fuerza si quiera levantarme.

Mis ojos se fueron cerrando sin mi consentimiento, y poco a poco la fuerza que iba recuperado se desapareció en solo segundos, mi cuerpo que antes estaba sentada sobre la fría superficie terminó de caer y con ella mi consciencia.

Los leves rayos de la luna caía sobre mi rostro con la suave colcha cubriendo mi cuerpo, todavía me encontraba vestida con mi licra y mi crop top para hacer ejercicio.

Pero eso no quita a que mi corazón latera desbocado y mi respiración sea irregular, mientras el frío de la noche recorría mi espalda desnuda sin hacerme alguna diferencia, era incapaz de sentir el frío después de lo que pasó.

Nada pasó. ¿Entonces porque estaba allí? ¿Habrá sido mi padre? No tengo idea.

Unos suaves golpes provenientes de la puerta llamaron mi atención, solo me limite a regular mi corazón y invitarlo a pasar.

Damien, ese vampiro que veo en sueños cruzo el marcó con una bandeja llena de comida de apariencia deliciosa.

-Hola- Saludo con una pequeña sonrisa.

No le contesta, solo lo miró fijamente esperando cualquier movimiento lo demacrado raro o sospechoso para ponerme alerta, aunque no lo necesitará.

Estar en una casa repleta de vampiro ya despertaba mis sentidos, y en cierta parte creo que me volveré paranoica, no dejo de pensar que mis armas y habilidades no serán suficientes para poder defenderme.

Quizás por eso siempre siento su mirada tras de mi todo el tiempo e intenta parecer amable conmigo.

Después de todo son vampiros, ¿no? Pero sus ojos... No tengo idea de porqué estos son dorados, los relatos de algunos de los campistas que ya han visto a uno dicen que sus ojos son rojos carmesí como la sangre que consumen.

Y sé que no es fiable confiar en un rumor, pero es eso a creer las historias de los libro de los hijos de Atenea de la cultura popular, en la que sólo dicen que estos se queman bajo el sol y que se les mata clavando les una estaca.

Al parecer estuve en mis pensamientos por mucho tiempo, porque el vampiro que parece haber desarrollado una especie de obsesión conmigo golpeo un libro contra el pequeño escritorio de la habitación intentando llamar mi atención, funciono, pero a cambio recibió que lo fulmine con la mirada.

-Esme te lo preparo, ella quería traértelo, pero tuvo que salir.

-Y como remplazo te obligaron a traérmelo tú, ¿no?

Su rostro se endureció, pero sus ojos mostraron por unos escasos microsegundos sorpresa. sonrió y se sentó en un extremo de la cama.

-No. Isabella quería llamarte, pero Esme antes de irse dijo que seria mejor que te lo trajeran.

-Por?

-Bueno, principalmente porque tú y Isabella se llevan peor que perros y gato.

Suspire, recostándome en la cama, no es que me molesta. Pero habla más de lo que estoy acostumbrada, o porque estoy desacostumbrada a ser como mi hermano.

Estuve recordando todo lo que dijo pero todo sonaba normal, menos el "Isabella".

-Porque no la llamas por su apodo?

-A tu hermana? -Pregunto acostándose en el lado libre que quedaba de la cama matrimonial.

-No es mi hermana-Corregí-Y si en todo caso que compartiéramos sangre, que agradezco a los dioses que no sea así, sería mi media hermana.

-No me agrada. - Respondió con simpleza, como si yo no fuera su hermana adoptiva ni que los Cullen restantes están abajo escuchando nuestra conversación.

Abajo se escuchó un ligero ruido casi inaudible para mi capacidad como mitad humana de alguien entrando a la casa.

Se escucho el mismo ruido subir por las escaleras hasta para en la puerta abierta de mi habitación. Era Esme.

-Cariño, tu padre quiere hablar contigo.

Would you come to the dark side with me? - TwilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora