Capitulo 3

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En la mañana siguiente el chico de nombre Ray se había despertado a las 7:30.

Después de despertarse se dirigió a su cocina y empezó a preparar cupcakes e hizo unas galletas de jengibre.

Su mamá se despertó por el ruido que su hijo estaba haciendo en la cocina, decidió ir a ver que estaba pasando.

—hijo ¿que estás haciendo? ¿Galletas? ¿Para que?—dijo la mujer poniéndose al lado de su hijo—

Obviamente no le iba a decir que era para el chico misterioso de las montañas que lo ayudó ¿cierto?

Ray le mentiría por esta vez a su mamá.

—oh son para mis amigos, tengo pensado visitarlos hoy y dejarles unas galletitas, es un tipo agradecimiento por ayer preocuparse por mi—dijo el chico sonriendo de la forma más tierna posible—

—ya veo—dijo la mujer—a que hora irás?

—después de terminar de limpiar la cocina y darme una ducha tenía pensado ir—mencionó el chico guardando las galletitas en una cajita—

—bueno, yo iré a dormir un rato, tengo mucho sueño, por favor vuelve temprano a casa y contesta mis llamadas cuando te hable, si necesitas algo ya sabes que aquí estoy, no te pierdas de nuevo—la mujer estaba apunto de irse, pero dio la vuelta y dijo lo último—y ni se te ocurra ir a las montañas de nuevo.

¿Por que no quería que fuera de nuevo a las montañas? ¿Será por que se perdió? O ¿por otra cosa?

—está bien mamá—dijo el chico—

Obviamente que él iría de nuevo a la montaña, tenía que ver al chico del nuevo y darle las galletas y los cupcakes al fin y al cabo los hizo para el.

Después de dejar todo listo, se fue a darse una ducha, tardo un poco por que a él realmente le gusta tomar duchas, y más con agua caliente, le gusta sentir como el agua le quema el cuerpo, pero no lo suficiente como para que le cause una herida o algo por el estilo.

Salió y se cambió, se secó muy bien el pelo, se abrigó muy bien, puesto que estaba haciendo mucho frío, estaba pronosticado que nevaría por la tarde.

Bajo hasta la cocina donde había dejando las galletas y los cupcakes, los agarro y proseguido a eso el chico salió de su casa.

Empezó a caminar y caminar, se puso su gorro y se puso la bufanda en un modo de que no supieran que era el, por qué todos lo conocen y si ven que se dirigió a las montañas le dirían a su mamá y está lo castigaría por desobedecerla.

Fue sigilosamente hasta donde se supone que llegaría hasta la cabaña.

Y lo logro.

Estuvo caminado por un buen rato, una hora para ser exactos.

Y por fin había llegado.

La cabaña se veía muy linda para los ojos del individuo.

Se acerco a la puerta con nervios y espero un minuto para agarrar calor y tocar la puerta.

Del otro lado de la puerta tenemos a un albino preparándose un café, estaba tranquilamente leyendo un libro hasta que de pronto escucha como tocan la puerta, este se sorprendió, él nunca recibe ningún tipo de visitas, por ese motivo se sorprendió mucho, fue hasta la puerta y la abrió.

Dejándose ver al chico que encontró tirado en la puerta de su casa la otra vez.

—tu qué haces aquí?—pregunto sorprendido el albino—

Al chico pelinegro se le podía notar que temblaba levemente, esto a causa del frío de las montañas, por qué si en su pueblo hace frío en las montañas 10 veces más de frío.

—hola, podría dejarme pasar?—dijo con una sonrisa el chico—

El chico albino suspiró y se lamentó por lo que iba a hacer.

Se hizo a un lado de la puerta y dejó pasar al chico de cabello negro, el otro chico entró rápidamente ya que tenía mucho frío, y entró como si fuera su casa, se quitó la bufanda y el gorro que lo cubrían. Se dirigió a la chimenea que tenía la cabaña y se sentó a un lado de esta.

—perdón—dijo el chico—es que camine mucho para llegar aquí y tenía frío—

—suspiró el albino—pero ese no es mi problema, ¿que te trae por aquí? ¿Te perdiste de nuevo?—dijo en un tono burlón—

El otro chico no lo noto.

—esta vez no me perdí, de hecho vine a traerle una galletitas y unos cupcakes que yo mismo hice para mostrar mi agradecimiento de que me allá acogido en la tormenta de nieve—dijo parándose del lugar donde estaba para así acercarse al chico albino y entregarle las cajitas donde se encontraban los cupcakes y las galletas—ten.

El otro chico no supo cómo reaccionar, se sorprendió un poco, hace mucho tiempo que no recibía nada de nadie, y mucho menos una cajita con corazones.

Cierto, la cajita tenía corazones, eso hizo que Norman se sonrojara.

Eso hizo que se sonrojara un poco, pero era muy notable, vamos su piel es como la leche, claro que se notaría que se pusiera rojo.

Ray noto eso.

—¿está bien?—dijo dejando las cajitas en una mesita que estaba al lado del albino, para después acercarse más y más al rostro del contrario y poner su mano en la frente de este—no estás caliente, entonces ¿por qué estás rojo?

Esas palabras hicieron que el albino se sonrojara más, ya no era un leve sonrojo, este se notaba mucho.

—Dios! Estás muy rojo! Ven siéntate—agarro al albino de la mano y lo arrastro a que se sentara—iré por agua!

El chico se retiró a la cocina por un trapo con agua, volvió y le puso el trapo en la frente.

—e-estoy bien, no debes por qué preocuparte, sería mejor que te fueras—dijo el albino—

Ray tenía una mueca triste.

—no, pienso quedarme un rato más.

—no.

—por favor!

—dije que no.

—no seas cruel, quiero conocerte.

—yo no quiero conocerte.

—anda, yo sé que si.

Al final gano Ray, y se quedó un rato más.

—entonces tienes 15 años?—pregunto el albino mientras se llevaba una de las galletas que el pelinegro le había regalado—

—si, tengo 15 años en un par de meses cumpliré los 16–dijo mientras daba un sorbido al té—Y usted cuantos años tiene?

—no me digas así, solo te gano por 4 años, tengo 19–dijo el albino—

Y así pasaron la tarde, entre pláticas y platicas.

—es hora de que me retire—dijo el pelinegro parándose de donde estaba—

—está bien.

Norman acompañó a Ray hasta la puerta, este estaba apunto de cerrarla, pero Ray lo detuvo.

—¿mañana puedo venir?—pregunto el chico—

Norman quería decir que si, pero, eso mancharía su reputación.

—como quieras—dijo sin importancia—

—lo tomaré como un si—dijo sonriendo—hasta mañana.

El chico se estaba retirando del lugar, Norman de nuevo observaba cómo Ray se retiraba, todo iba normal, pero.

Ray se callo.

Rápidamente se levantó.

—estoy bien!—grito—

Y se fue, y Norman entró a su casa.

Copo de nieve (noray)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora