Capítulo 2

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    Estoy en un bosque. Es de noche y estoy corriendo desesperado, asustado, escapando de alguien. Corro y lloro. Miro atrás para ver si lo perdí, pero noto que me sigue cada vez más rápido. No logro verlo. Lo único que diviso es una sombra negra, sin pies, sin rostro. No sé lo que es. No puedo correr, mis piernas me tiemblan. Sé que me atrapará y me matará. No puedo seguir. No puedo más. Me rindo. Siento su presencia detrás de mí. Me atrapa y me obliga a ver su rostro.

     Despierto gritando y sobresaltado. Estoy sudando. Todo ha sido una pesadilla, pero estoy muerto de miedo. Jamás había soñado algo así. Intento calmarme y respirar bien. Espero no sentir de nuevo una experiencia tan tenebrosa como la de recién. Necesito agua. Me dirijo a la cocina, pero noto que la luz está encendida, cuando recuerdo perfectamente que mi padre la apagó antes de irse a dormir. No quiero exagerar, a lo mejor se levantó para buscar algo y olvidó apagarla. Ignoro eso. Estoy desconcertado. Vuelvo a tener esa sensación; alguien me mira, lo sé, lo siento, aunque no hay nadie, solo yo en la cocina. No dejo de tener esa angustia en mi pecho. Algo aquí pasa, por más que sospeche que solo es mi imaginación. Pero no es tiempo para pensar en eso. He despertado de una horrible pesadilla y lo único que quiero es dormir.

     Me despierta un ruido en la cocina. Miro el reloj y son las siete y media de la mañana. Bastante temprano. Me levanto y veo que mi madre está acomodando un par de cosas para la casa. Anoche no pudo terminar de acomodar los muebles y su ropa, por lo que hoy continúa con su trabajo. Aún sigo pensando en la pesadilla. ¿Por qué soñé eso? ¿Por qué estaba en un bosque y qué era lo que me seguía? ¿Será una señal, una advertencia, un mensaje? No, estoy exagerando.

     Es sábado, y en un par de horas iremos a conocer la ciudad. Estoy muy emocionado. Río Gallegos es muy bello. A pesar del estilo de la casa, me gusta mucho estar aquí. Creo que me acostumbraré a esta nueva vida.    

     Regresamos a casa como a las diez de la noche. Estuvimos varias horas paseando y conociendo la ciudad: la municipalidad, los museos, la plaza San Martín, el Monumento a Malvinas y la costanera. Es impresionante. Cuánta belleza. Este es mi segundo día aquí y ya amo este lugar. Todo sería fenomenal si no fuese por esa horrible casa. ¿Por qué tuvimos que mudarnos ahí? ¿No podría ser otro lugar?

     Cuando entramos percibo de nuevo esa energía escalofriante. ¿Por qué tengo estas sensaciones cada vez que entro a esta casa? Estoy cansado, pero aún no puedo dejar de ver los cambios que ocurrieron cuando no estábamos aquí: la luz de la cocina está encendida, dos sillas de la mesa principal están corridas, y lo peor de todo, hay sangre en el piso. ¿Qué carajos pasó aquí? Ahora entiendo por qué tengo estas impresiones sobre esta casa. Aquí pasa algo, y no es nada bueno. Ninguno de nosotros dice nada. Papá se encarga de limpiar la poca sangre que hay en el piso, mientras yo acomodo las sillas. ¿Entró alguien aquí? ¿Un ladrón?

      —¿En qué estás pensando? —Preguntó papá.

    —No, en nada. Solo estoy sorprendido por todo esto. Es muy aterrador, y macabro. ¿Por qué hay sangre en el piso? ¿Por qué están las sillas corridas?

    —No lo sé hijo. Estoy tan asombrado como tú. Es todo muy confuso.

    —¿Habrá entrado un ladrón? —dudé aterrado.

   —No creo, Máximo. Cerramos todas las puertas y ventanas. Si hubiese entrado un ladrón, debería haber rastro de alguna puerta rota o vidrios en el piso. Es muy difícil saber qué o quién entró a esta casa.

    —¿A qué te refieres con «qué» entró a esta casa?

   —Si no fue un ladrón, ¿entonces qué fue? ¿Un animal? ¿Un ser extraño? Un…

     —¿Un fantasma? —termino su frase.

     —No lo sé, hijo, no lo sé. No hay que pensar en cosas raras.

    —¡Pero esto es raro, papá! ¿Cómo quieres que no piense en cosas raras si hay sangre en el piso y las sillas no están en su lugar?

     —¡No me hables así, Max! Esto es muy difícil. Por favor, terminemos de limpiar este desastre y luego analizaremos bien qué es lo que está pasando, ¿de acuerdo?

   —De acuerdo, papá. Lo siento. Es que también estoy preocupado. Jamás nos pasó algo como esto. Perdón.

    —Lo sé Max, está bien. No te preocupes. Ve a buscar a tu madre, debe estar en su habitación. Hay que tranquilizarla. Está igual que nosotros.

     Esto es muy extraño. Me pongo a pensar si lo que pasó tiene algo que ver con el sueño que tuve anoche… No, es totalmente distinto. Fue solo una pesadilla, no volverá a pasar. Esto es mucho más importante.


     No cenamos. En verdad lo que sucedió nos dejó a todos sorprendidos. Yo estoy muy molesto y asustado a la vez. No dejo de preguntarme por qué había sangre en el piso. ¿Sangre de quién? ¿De un animal, de una persona? En fin, me voy a mi cuarto. Este día ha sido bastante raro, estoy muy confundido y lo único que necesito es descansar.

La mujer de la fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora