Capítulo 4

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     Hoy fuimos al cine a ver El Hobbit: la desolación de Smaug. No me interesan este tipo de películas, fantasía y aventuras, sino que prefiero las de suspenso, drama, terror. Pero a papá le fascinan, además quería despejar mi mente con respecto a estos sucesos. Nadie habló de la casa ni yo saqué el tema de la sombra. No quería recordar eso. La película no estuvo mal, por momentos había suspenso e intriga, pero no es lo mío, aunque pasé un buen rato en familia. Luego fuimos a cenar a un bar cerca del cine. Papá y yo comimos mozzarella y mamá unos tostados. De bebida, lo de siempre, Coca-Cola. Conversamos de distintos temas: películas, música, política —aunque este último me aburra por completo— y actualidad. Pero jamás hablamos de la casa embrujada. Sí, así la titulé, porque en definitiva estaría embrujada. ¿O alguien entraría a nuestra casa, movería las sillas, dejaría sangre en el piso y se pondría una túnica negra que le tapara el rostro y los pies? Aquí pasa algo sobrenatural, aunque a veces pienso que es algo extremado. Tiene que haber una explicación lógica para todo lo que está ocurriendo. Aún tengo en mi cabeza decirles a mis padres de contactar a un profesional para que bendijera la casa o algo por el estilo.

     Hemos llegado. Tenemos un garaje donde papá guarda el auto y otras cosas sin utilizar. Estoy cansado, quiero irme a dormir ya. Estamos en mediados de enero de 2015, por lo que las vacaciones continuarán hasta un buen rato. Pasamos Navidad y año nuevo en Mendoza, con toda la familia, y días después nos mudamos aquí. Voy a entrar a quinto año, pero aún no sé qué voy a estudiar, pese a que aún falte para que termine la secundaria. Me interesa mucho la lectura y el inglés. Me encanta escribir, de vez en cuando escribo algunas pequeñas historias ficticias. Leo mucho, sobre todo novelas de misterio y drama, que intriguen al lector. Me encantan los libros de Stephen King, su manera de crear historias atrapantes y dramáticas. Algún día crearé libros como él, espero tener éxito.

     Para cuando entramos notamos otra sorpresa: todas las luces están apagadas. Esto ya me molesta. Recuerdo que antes de salir mamá dejó la luz encendida de la cocina y de la galería. Pero lo más sorprendente es que todo está muy oscuro, bastante. No podemos ver nada, absolutamente nada. Busco el interruptor, pero no prende. Se cortó la luz. Carajo, ya tengo miedo. Esto me parece demasiado. Busco una linterna, pero me detengo al escuchar un ruido intenso en la cocina. «¿Dónde más?», pregunta mi subconsciente. No puedo caminar, mis pies no me dejan seguir. Estoy paralizado. No doy más del miedo, quiero que esto termine. ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros? Mis padres notan que estoy parado a metros de la cocina.

     —¿Qué pasa, Max? —pregunta mi papá.

     —¿No oyeron eso? —respondo sorprendido.

     —No Max, ¿qué cosa? —me dice mi madre temerosa.

     —Un ruido en la cocina. Como si se hubiese caído un vaso o un plato. ¿No lo escucharon?

     —No Max —dicen ambos al mismo tiempo.

     —Hay que llamar a la policía, esto tiene que terminarse inmediatamente. —Concluye mi padre y va a buscar el teléfono. Parecía que todo estaba planeado, pues cortaron la línea. No hay luz, no hay teléfono. Saca su celular y contacta a la policía, pero da ocupado. Diablos...

     —¿Es una broma, cierto? —pregunto totalmente molesto—. Parece una película, ¿qué sigue, que se enciendan las luces y las paredes estén manchadas de sangre con mensajes de advertencia o que se nos aparezca un fantasma?

    —Max, cálmate por favor —me ordena mi madre—. Estamos muy molestos y con miedo.

     —¿Quieres que me calme, mamá? Desde que entramos a esta casa han pasado cosas que jamás imaginamos que nos pasarían, ¿y tú me pides que me calme? ¿Es en serio?

     —¡Máximo, ya basta! —ordena mi padre furioso—. No le hables así a tu madre. Ya cálmate por favor y ve a buscar unas velas en la cocina.

     No contesto nada y me dirijo a donde mi padre me mandó. Sigo con un miedo inexplicable. Está todo muy oscuro. Las velas están en un aparador que se encuentra al lado del interruptor, por lo que me es fácil encontrarlos. De pronto, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y otra vez siento una presencia detrás de mí. No quiero mirar atrás, por más que esté todo oscuro no puedo voltearme. Pero debo regresar a la galería, así que me dispongo a agarrar las velas y salgo corriendo para donde están mis padres. Lo único que podemos hacer es esperar a que la luz regrese o intentar nuevamente llamar a la policía.

     —Mamá, esto ya es demasiado, esto no se trata de una persona, esto es algo sobrenatural. Por las noches siento ruidos en la cocina, y cuando me encamino a ella ya no hay nadie. Luego la sombra que vi en el patio. Estaba totalmente consciente de que era real. Era un fantasma. Vi cómo desapareció en un solo instante. Mamá, hay que llamar a un especialista. Todos estos son indicios de que esta casa está embrujada. ¿No lo notas? Si hubiese sido un ladrón o un animal tal vez ya lo habríamos identificado.

     —Joaquín, ¿tú qué piensas?

     —Pienso que esto es suficiente. Máximo, por favor, prende las velas.

La mujer de la fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora